miércoles, 22 de marzo de 2017

El amor en la enfermedad.

Este artículo lo escribí para publicarlo el día 14 de Febrero. Con él quise agradecer los cuidados y atenciones que recibí del personal del hospital durante el mes y medio que estuve ingresada. 





                       El amor en la enfermedad.


Hoy no voy a hablar de enfermedad, aunque no soy de celebrar el día de los enamorados este año es especial.

Los dos últimos dos meses han sido muy difíciles, he superado tres operaciones, una fuerte peritonitis con importante deterioro de los pulmones, dos días de fallo multiorgánico, pérdida total de la masa muscular por estar encamada y mil pruebas más. Cuarenta días en el hospital, treinta de ellos en la UCI, entubada y enganchada a un respirador.

 Ayer volví al hospital a varias revisiones y cuando terminé la última de la mañana, subí a la uci a ver a mis chicas (las enfermeras). Todo fue alegría, abrazos y muchos besos. Ellas encantadas de verme y yo plenamente agradecida por sus cuidados y ánimos durante el mes que estuve allí. Con algunas de ellas he llegado a tener una relación muy especial. Todos, salvo una, me han atendido con todo el cariño y el buen hacer del que eran capaces. Un millón de gracias.

Cuando uno está enfermo, tan importantes son los cuidados médicos como los afectivos y todo cariño es poco. Por eso desde aquí, quiero rendir un homenaje a todos los cuidadores, en especial al mío. Mi marido ha estado en todo momento a mi lado. Desde los primeros días en los que permanecí sedada hasta los últimos ya en la habitación. Todos los días se hacía trescientos kilómetros para ir a pasar la mañana conmigo y por la tarde volver a casa para estar con nuestros hijos. En todo momento ha tenido esperanza y ha confiado en mí, a pesar de los malos augurios de los médicos que me daban pocas horas de vida. Se sentaba a mi lado y me hablaba, con la esperanza de que yo dormida, le escuchara. Para mí, fue muy duro estar más de un mes sin ver a los niño pero él intentaba hacérmelo más llevadero, me llevaba fotos, por las noches grababa audios mientras mi hijo leía el cuento para que yo lo escuchara, mil y un detalles que me hacían los días más llevaderos.

Por eso hoy, quiero rendir un homenaje a todos los cuidadores, porque son los grandes olvidados. Debemos aprender a valorarlos y a quererlos, porque sin ellos muchos enfermos no sobrevivirían ni dos días. Por favor, cuando vayáis a visitar a un enfermo, preocuparos también por el bienestar del cuidador.

Son la clave de nuestra sanación.
                                                                                                       
                                                           Paula Cruz Gutiérrez.

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