martes, 30 de mayo de 2017

Mi Liana


Tengo una Liana con la que salto sin parar,
me muevo de árbol en árbol sin miedo a tropezar.

Salto Alto, para las copas de los árboles sobrevolar.
Salto Bajo, para la hierba húmeda tocar.

El viento me acaricia el rostro,
y sé que él arrastra mi enfermedad.
Sigo volando alto porque ésta es mi única oportunidad.

Tengo una liana Suave y Sedosa
con la que puedo hacer cualquier cosa.

Mi liana es flexible pero firme a la vez.
Tengo una liana que es mi fuerza de voluntad ésta vez.

Con mi liana el sol y la luna puedo tocar, 
con ella segura siempre voy a estar.
Cuando voy a la quimio ella es,
la que me hace el vuelo remontar.

Lo paso mal, me recupero y vuelta a empezar.

Un Espacio Infinito, permíteme soñar.
Somos una, somos dos, ¿qué más puedo desear?.

Un abrazo para todos.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

lunes, 29 de mayo de 2017

Gracias amigos.





Cuando me diagnosticaron la enfermedad, mi marido me dijo que tenía que escribir un libro contando como iba viviendo todo el proceso. Le hice caso y comencé. 

Tiempo atrás me había auto encuadernado un libro en blanco con las cubiertas de piel de vaca que me gustaba mucho. Aquí comencé a plasmar las primeras emociones.

Un poco tiempo después, tras hablar con mi amiga Pilar Lázaro, decidí dar un cambio a la terapia de la escritura y dedicarme a escribir textos cortos, plasmando ahí, mi manera de hacer frente a la enfermedad y mi aceptación de ella.

He de reconocer, que escribir es un acto egoísta por mi parte, porque me sirve para organizar las miles de ideas que me fluyen por la cabeza y a soltarlas para descargarme de ellas. Es la manera que yo he encontrado de auto ayudarme.

Cuando decidí lanzarme a la aventura de tener mi propio blog, nunca pensé que podría alcanzar tanto éxito. Que sería capaz de llegar a tantas personas de todo el mundo y que con mis textos conseguiría ayudarles.

Quiero daros las gracias a todos, porque si a día de hoy esta aventura continúa, es por vosotros. Por la cantidad de mensajes que me enviáis con cada texto. Porque ahora ya se ha convertido en una terapia colectiva, en la que yo lanzo las palabras y vosotros las vivís como propias y las aplicáis, da igual el problema que tengáis porque mis textos no sólo sirven para la gente que está enferma.

Sin proponérnoslo, hemos formado un grupo de acción, en el que el único personaje fijo soy yo, todos los demás entráis y salís según os apetece.

Vuelvo a daros las gracias a todos, esperando que podamos compartir muchos textos más y que sigáis interactuando conmigo como hasta ahora, para no romper esta cadena tan bonita que entre todos hemos creado.

Gracias de todo corazón. 
Un millón de besos al cielo.



                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

viernes, 26 de mayo de 2017

Campanillas de Colores.

Estos días me han vuelto algunos recuerdos del hospital.
Quiero dedicar éste texto a todos aquellos padres y madres que están lejos de sus hijos.

                                    


Campanillas de colores tienen mis hijos.

Ríen y juegan.
Con sus juegos las hacen sonar y el viento me trae su sonido hasta aquí, en el hospital espero su tintineo.

Treinta y ocho días llevamos sin vernos, días que están siendo en Blanco y Negro. 

Los últimos días en la UCI se hicieron eternos, mis niños lejos, tan sólo con una foto para calmar mis dolores y reducir mis nervios. Insoportable se me vuelve la espera, llorando cuando no duermo.

Se que están bien, pero los echo de menos. Aún son demasiado pequeños para volar sin mí y yo sin ellos.

Hoy miércoles por fin vamos a volver a vernos, hoy vienen y se disiparán sus dudas de si voy a volver a casa a no. Desaparecerá mi angustia.





Ya vienen, ya podré verlos.
Achuchar sus pequeños cuerpos, oler sus cabellos.
Aquí tumbada no tengo otra cosa que hacer sino pensar en ellos.
Tan frágiles, tan fuertes, tan tristes y tan contentos.

Por fin se ha producido el encuentro, sus caritas han reflejado la sorpresa por verme con la sonda puesta en la nariz, pero rápido ha pasado y han venido corriendo al sillón a besarme y abrazarme. Para mí, cortos han sido los abrazos y pocos los besos. 

Lejos se van los pesares, gracias doy al universo por poder volver a verlos.

Son niños que con su inocencia se acercan a un futuro incierto, un acantilado al que se asoman con miedo, miedo a que las olas vengan y se lleven a su mamá lejos, muy lejos. Lo que no saben es que su mamá nunca se irá, pase lo que pase siembre a su lado estará.


                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.

miércoles, 24 de mayo de 2017

Visualicemos Globos y más Globos





En medio del atasco de la M-30, recién salida de la sesión de siete horas y media de quimio, me encuentro que no sé si vivo o si muero. Decido relajarme para controlar las náuseas que siento.

Cierro los ojos y respiro, llevo toda mi atención a mi corazón y comienzo.

Visualizo un globo azul y lo lleno con todas las náuseas y las molestias que me produce la químio. Con mucho amor lo suelto y miro cómo asciende.

Tomo otro globo azul y lo lleno con todos los malos sabores que me produce la quimio. Con todo mi amor lo mando al cielo.

En otro globo meto todos los dolores de las articulaciones y de mi cuerpo. Lo envío con un beso al firmamento.

Esta vez, inflo un globo de color verde el color de la sanación. Ahí meto toda la radiación junto con todos los desechos que la quimio produce. Muy despacio lo suelto y lo envío arriba, muy arriba a buscar y acompañar a los que ascendieron primero.

Por último, inflo un globo enorme, de color rojo, con forma de corazón y lo lleno con todo el amor que puedo. Lo envío a buscar a sus compañeros, para que se introduzcan dentro de él y se repartan todo ese amor.

Poco a poco vuelvo a la realidad y sigo el viaje de vuelta a casa, esperando que mis visualizaciones surtan efecto.

Todos podemos imaginarnos aquello que deseamos conseguir.

Un beso.

                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.



domingo, 21 de mayo de 2017

MI CENTINELA.



Hace  tiempo  que  vivo con un centinela que vigila todos mis movimientos. Un centinela privado al que yo trato de ignorar. Permanece callado, cual soldado, esperando siempre el momento más oportuno para actuar.

Si por él fuera gobernaría mi vida, pero sabe que yo no estoy dispuesta a ello. Por lo tanto, actúa en contadas ocasiones, cuando bajo la guardia o a través de los comentarios negativos de otras personas. Entonces me atosiga, susurándome palabras de desaliento. 

Es persistente y no se rinde con facilidad. Viene despacio y me habla con su voz pausada en ese momento, yo intento no escucharle. Si lo hiciera, creo que mi vida se convertiría en un infierno, porque se apoderaría de mis pensamientos, de mis días y de mis noches. 

Entonces desaparecerían todos mis sueños, aquellos por los que trabajo todos los días, desde que me levanto hasta que me acuesto.

Mi intención es la de vivir libre, sin ataduras ni complejos. Vivir la vida con lo bueno y lo malo, con mis dudas y mis indecisiones. 

Tengo claro que uno nunca puede ser feliz si vive con temor. 

Ceder al MIEDO es perder el control. Por eso, cuando se asoma, rápidamente lo alejo, pensando que todo está perfecto.

Intentad que nunca se apodere de vosotros. 



                                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Volar y volar.




Volar y volar apoyándonos en las ramas que nos ofrecen cobijo.

Todos tenemos personas que nos apoyan, aunque con la primera persona que deberíamos contar es con nosotros mismos. Nadie está realmente sólo a no ser que quiera estarlo.

Estas personas se convierten en nuestras ramas de apoyo. Algunas veces están cerca y podemos verlas con frecuencia. Mientras que otras están más lejos y tan sólo podemos hablar con ellos por teléfono. Pero todas las ramas y todos los árboles, cumplen por igual su función de apoyarnos y darnos ánimo.

Da igual que el número de ramas sea grande o pequeño, lo importante no es la cantidad, sino la calidad. 

Ellos, aunque no lo sepan, suelen tener la madera igual o más dura que la nuestra. Porque así, pueden sobrellevar mejor nuestras embestidas cuando tenemos días malos e intentar animarnos si decaemos. 


La suya no es una tarea fácil. 

Cuando uno tiene una enfermedad que se alarga en el tiempo, es importante tener personas a tu lado que se ocupen de ti, que te acompañen a recorrer el sinuoso camino que nos ha tocado. Porque hay días que pasan deprisa, mientras que otros se hacen eternos e incluso los hay que son camaleónicos y nos ofrecen las dos posibilidades, comenzando de una manera y acabando de otra totalmente distinta.

Por otro lado no todos los enfermos somos iguales,  mientras unos intentan hacer más llevadera la enfermedad y la de sus ramas de apoyo, otros le hacen la vida imposible al árbol entero, a todos los que tienen a su alrededor. Hay que ser consciente de que nuestro estado de humor va a condicionar el de toda la familia. ¿Y no es más agradable vivir en un bosque que en un páramo?. Si nos trasladamos a vivir al páramo o un desierto, tan sólo conseguiremos disminuir nuestra calidad de vida. 


Esto, no quiere decir que no nos permitamos tener días malos. Esos días podremos permanecer acurrucados en nuestro nido. Pero cuando pasen, hemos de remontar y volar lo más alto posible.

Volar y volar es lo único que podemos hacer cada día. 

Espero que vosotros también tengáis vuestras ramitas especiales.

Dedicado a mi grupo de Oncofelices.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.



domingo, 14 de mayo de 2017

Las Historias de Alex.

Mi hijo de 6 años ha escrito éstas historias y me ha pedido que las publicara igual que las mías. 




Esta mariposa vuela y vuela sin parar. Y a lo mejor se puede cansar y parar.
Vuela la mariposa encima de la cabecita de mamá y de papá.
Y luego se va de sus cabezas.
Colorín colorado éste cuento se ha acabado.



La hormiguita anda y anda por el bosque. Después va a merendar a su hormiguero y se come una planta, luego sale de su hormiguero al parque y luego ve a su amigo hormiguita Adrián con el que juega al futbol.
Y colorín colorado éste cuento se ha acabado.




El pez ve un coral y se lo lleva a su madre que está malita. Y luego le da un vasito de agua fresquita. Después se va a jugar a la casa de su primo Rafa y su prima Sofía.

Colín colorado éste cuento se ha acabado.


Me llamo Alex y soy el niño que se ha inventado estas historias.






sábado, 13 de mayo de 2017

Un caracol.

Este texto se lo dedico a dos amigas, Rosa y Pilar.
Por sus respectivos cumpleaños. Un beso hasta Huesca.



Ultimamente estoy muy cansada, aunque en honor a la verdad, debería decir que estoy agotada. Mi cuerpo ha decidido no llevarme a ningún lugar. El último ciclo de quimio me ha cobrado un mayor peaje que los anteriores.

Mis fuerzas y mis defensas se han ido de vacaciones, si bien es cierto, que no sé si juntas o por separado. Si he de ser sincera, creo que se han apuntado a algún programa de intercambio vacacional, porque en su lugar, han llegado unos sofocos del tamaño de huracanes que me arrasan sin piedad. Las noches las paso entre sudores fríos y calientes, secándome con la toalla y cambiándome de camiseta cuando me quedo helada para no acatarrarme.  

Hoy al salir a pasear, me he encontrado a un amigo al que le han colocado una prótesis de cadera, caminaba con las dos muletas mucho más deprisa que yo sin ninguna, porque mi velocidad de crucero, es velocidad caracol.

He de reconocer que voy haciendo pequeños progresos. Mi cuerpo va poco a poco recuperando la musculatura que perdió, aunque aún me quede mucho tiempo para recuperarla del todo y poder llevar una vida normal. Ya ni siquiera digo trabajar, porque las manos me tiemblan sin parar.

Como con el ciclo anterior ya se me cayó bastante pelo, pensé que ya no se me caería más, craso error por mi parte pensar eso, la semana pasada comenzó a caerse en grandes cantidades y pensé que a ese paso no me iba a quedar ningún pelo, ni de lista ni de tonta. Y así estamos. como veréis todo muy divertido y ameno.

A veces es necesario tirar de ironía para hacer más llevaderos los momentos difíciles.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.



miércoles, 10 de mayo de 2017

Teresa.


Teresa es en realidad un bebé orondo y feliz que nació en enero.
El texto de hoy cuenta la historia de su tía. Cómo sé cuanto la quiere le he puesto su nombre.    


                      

El sábado, tuvimos el placer de pasear con nuestra amiga, la tía de Teresa.

Hace casi veinte años comenzó siendo mi jefa en el museo al que entré a trabajar como restauradora, desde hace casi los mismos años es mi gran amiga.

Cuando la miras lo único que ves son sus ojos traviesos sonriendo al mismo tiempo que su boca. Es una enorme sonrisa pegada a dos enormes brazos que te succionan y te abrazan como si se fuera a terminar el mundo. Estar allí siempre es reconfortante.

Físicamente tan sólo el pañuelo que le cubre la cabeza delata su enfermedad.

Vital por naturaleza, es incombustible, afortunadamente la quimioterapia no le ha afectado demasiado e intenta hacer una vida “normal” dentro de lo que le deja la enfermedad.

Ahora que no puede trabajar invierte el tiempo en descansar y pasear, en estar con su familia y amigos.

Esta semana estrena nuevo ciclo y nueva quimio, espero que le siente tan bien cómo la anterior.

Mujer culta donde las haya, no acabarás nunca la visita sin aprender nada nuevo. Es un placer conversar con ella, escucharla cómo enfatiza o cómo sonríe al escuchar cualquier comentario. Es imposible aburrirse con ella y no terminar la conversación con una sonrisa y con las ganas de quedarte más tiempo a su lado.

El cáncer no le ha quitado ni un ápice de las enormes ganas de vivir que siempre ha tenido.

Ha aceptado la enfermedad con serenidad y entereza, con una sonrisa por bandera. Aunque todos sabemos que la "procesión va por dentro"

Sabe que vendrán días mucho peores, pero lo afronta con amor y esperanza en que todo irá bien, cómo han ido hasta ahora.

Está segura de que superará la enfermedad, con esa certeza ciega que sólo tienen los sabios.

Desde el Retiro con amor y por muchos paseos más. 

Tu amiga.



                                                                                    Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 2 de mayo de 2017

Ventanitas al Cielo.


Me parece comprensible que haya enfermos a los que no les guste contar sus días buenos y sus días malos. Cada uno vive la enfermedad cómo cree mejor.

Para mí, es una buena terapia compartir mis reflexiones. Contar lo bueno y lo malo de mi enfermedad me ayuda a llevarla con mayor tranquilidad. La escritura es mi desahogo personal.


Más allá de las letras amontonadas de mis textos, hay un trabajo ingente por salir adelante, por superar la enfermedad, hay una terapia que afortunadamente me sirve a mí y a mucha gente más.

Hay ilusión, por transmitir mis sentimientos, pero también los de otras personas que no saben muy bien cómo hacerlo.

Hay un ejercicio de solidaridad con los demás, de ofrecerles mi ayuda de forma desinteresada, para que puedan curarse o afrontar sus problemas cotidianos viéndolos desde otra perspectiva.

Hay esperanza y convicción en que el futuro tan sólo me traerá cosas buenas, porque el presente ya lo está haciendo. Y lo hace cada día con la gente que conozco y la que no conozco, con sus comentarios y sus agradecimientos. Un ejercicio de humildad, porque muchas veces recibo mucho más ánimo del que doy. Unicamente intento contar todo aquello que me está sucediendo. Y que sólo nosotros sabemos porque ésta enfermedad se vive en soledad. Son tantas las cosas y tan fuertes las que nos ocurren al mismo tiempo, que no sabemos bien cómo gestionarlas o cómo hacerlas un poco más llevaderas.

Con mis palabras tan sólo pretendo crear pequeñas ventanitas abiertas al cielo, por las que poder coger aire cuando éste nos falta, cuando vemos que no tenemos fuerzas para respirar, ni para seguir viviendo. No es mucho lo que ofrezco, pero a veces, tan sólo con ver respirar al compañero uno se anima a hacerlo.

Hay tantas cosas detrás que merece la pena seguir contando. Porque el cáncer es una enfermedad, no un delito y que me den quimio no es ninguna vergüenza. 
 
                               
Mucho me temo, que pese a todo, seguiré escribiendo. El mundo es libre y nosotros somos muchos.

Recordad que os quiero.



                                                                    Paula Cruz Gutiérrez.