sábado, 30 de diciembre de 2017

Feliz 2018.



Ahora sí que sí, queda poco tiempo para que acabe el 2017 y comencemos a recorrer el camino del 2018.

Creo que todos compartimos la sensación de dejar atrás parte de nuestra vida. Porque aunque un año se nos antoje corto, son muchas las vivencias que caben en él.


Dejamos atrás, buenos y malos momentos, unos ratos que nos han hecho reflexionar y otros que han pasado inadvertidos. En todo caso, han sido lecciones de vida que cada uno tomará como quiera.


Deseo daros las gracias, por acompañarme durante éste último año en el que la vida tanto me ha cambiado. Han sido 365 días de aprendizaje forzoso y estoy muy contenta de los logros que he conseguido.


Gracias por vuestra compañía, por vuestro apoyo. Sin todos los que me habéis acompañando nada hubiese sido lo mismo.


Gracias a la escritura y con ella al blog, porque no hubiese podido encontrar mejor terapia.


Os deseo de todo corazón, que el próximo año os traiga todo aquello que anhelais y si la vida os manda alguna mala pasada, que tengáis fuerza y sabiduría para aceptarla.


Feliz 2018 a todos y que la fuerza nos acompañe.


Un millón de besos.

                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Mi Navidad en la uci.


    Un día tal como hoy hace un año, en la misma cama del hospital se producían dos batallas muy distintas.

     Por un lado, estaban los equipos médicos y de enfermería luchando por encontrar el antibiótico que me sacase del paro multiorgánico que sufría debido a la peritonitis. El fallo renal había provocado que mi cuerpo estuviese hinchado a causa de los fluidos y el único órgano que seguía funcionando era el corazón. Como pocas personas sobreviven a ésta situación, los médicos le comunicaron a mis familiares que era cuestión de horas que yo falleciera.


   Pero hubo suerte y tras recibir el cultivo que esperaban dieron con el ansiado antibiótico, lo que me hizo remontar.


   Por otro lado me encontraba yo, totalmente ajena a todo lo que ocurría a mi alrededor porque mi mente libraba su propia batalla. En el mismo momento en el que entré en la uci, mi mente empezó a funcionar de manera automática debido a la cirugía y a la fuerte medicación que me estaban administrando. 


   Mi odisea particular comienza así: "Es la noche de nochebuena y he desaparecido, cuando mi familia vea que no voy a cenar comenzarán a buscarme..."

  Durante todo el tiempo que estuve sedada  e incluso algunos días después de haberme despertado, seguí con mis pesadillas. Sin saber cómo había terminado la noche de nochebuena en una clínica clandestina donde experimentaban con antibióticos. Todo aquel que entraba ya no salía. Cuando me retiraron la sedación y me desperté yo no me enteré, porque yo nunca fui consciente ha estar dormida. Esa semana dio la casualidad de que fue una semana nefasta en la uci, cada día fallecían uno o dos personas y como yo no sabía dónde estaba, seguía pensando que estaba en la otra clínica) todo mi afán era salir de allí, por eso cuando llegaba mi familia yo sólo quería que me llevasen a casa. Tan sólo veía morir a gente y yo no quería ser uno de ellos. 

  Aunque no me moviera de mi cama en aquella sala, tuve la sensación de haber estado en varios lugares distintos, primero en una casa baja del centro de Madrid, después en un local amplio  de techos muy altos, donde estaban colocadas las camas, a continuación en una especie de carpa, luego en la misma sala que estaba pero decorada como si fuese una selva tropical. Otro día la sala se había convertido en la planta baja de una vivienda y como no había sitio, mi cama estaba en el pasillo que daba a la cochera y el último que recuerdo es estar en una sala decorada como si fuese el interior de un tren.

   Tuve compañeros adultos y niños, incluso bebés a los que una enfermera les daba el biberón y los duchaba en el box al lado del mio. Aunque todo ésto no fuese posible porque estaba en una uci sólo de adultos.

   Hay gente que opina que cuando un enfermo está sedado no se entera de nada, no estoy de acuerdo. Yo nunca había visto a los miembros de la uci y muchos de sus rostros formaron parte de mis pesadillas, al menos uno de los médicos, dos enfermeras y tres enfermeros.

   Fueron episodios terroríficos para mí, que me alteraban y me hacían luchar por salir de aquella situación y volver a casa.

   En fín, afortunadamente ya pasó todo y ha transcurrido ya casi un año desde que volví a casa.

    Este año la navidad está siendo completamente diferente.


                                                                                                                                                                                      Paula Cruz Gutiérrez.





domingo, 24 de diciembre de 2017

DeSeo.



Desde éste que es mi escondite, mi hogar, desde ésta mi casa en un lugar de la mancha profunda, bajo el cobijo de los molinos de viento y la memoria de don Quijote. Deseo que tengáis unas felices fiestas. 

Deseo que las disfrutéis allá donde queráis estar y junto a las personas que realmente deseéis estar. 

Deseo que no os sintáis obligados a hacer cosas que no os apetezcan y que no hagáis nada "por el qué dirán".

Deseo que sepáis decir que no cuando alguien os proponga algo que no os guste no no os apetezca.

No es fácil estar a todas horas feliz cómo exigen los cánones sociales en ésta época del año. No todos tenemos el ánimo suficiente para permanecer felices continuamente, por mucho que nos digan que es Navidad.

Parece que si no te gustan estas fechas o si por cualquier motivo no eres capaz de estar feliz todo el día eres un bicho raro. Pues bien, declaro ser un Bicho Raro. 

Deseo dar ánimo a todas aquellas personas que están solas, que están enfermas o que atraviesan alguna situación complicada. Esta época, como cualquier época del año podemos tomárnosla con buen agrado o no. Cada uno a de sentir el día a día tal y como mejor se adapte a su forma de ser y de ver el mundo.

Así pues, vivamos éstos días de navidad tal y como queramos, sin sentirnos obligados a dar más de lo que deseamos.

Felices y tranquilas fiestas. 

Que el próximo año venga cargado de abundancia para todos. 

Que la salud, el amor, la amistad y la familia colmen todas nuestras necesidades.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.


viernes, 22 de diciembre de 2017

SuPeRNeNaS.


El domingo nos reunimos para comer cerca de sesenta mujeres  y un hombre afectados de cáncer. Eramos una parte del colectivo que compone las "Supernenas".

Un rato muy agradable compartido con un montón de personas en la misma situación. Todas hemos vivido la misma experiencia, aunque cada una la haya afrontado a su manera. Una misma experiencia y mil formas diferentes de afrontarla.

Juntas hemos celebrado que seguimos vivas y que la vida continúa. Unas iban con pelo, otras sin él, unas curadas y otras en el camino de lograrlo. Pero todas compartiendo la misma esperanza de dejar atrás ésta enfermedad llamada cáncer.

Ha sido un rato para conocernos mejor, saludarnos, besarnos y para reír. En el fondo no somos otra cosa que una gran familia de iguales, personas que te comprenden y te escuchan cuando lo necesitas.

Me hubiese gustado poder haber participado más, bailar y interaccionar con vosotras, pero aún tengo muy poca energía. De hecho, aunque estuve todo el tiempo sentada llegué agotada a casa.

Muchas gracias por vuestro apoyo, ya sabéis que contáis con el mío.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 19 de diciembre de 2017

DoS Diecinueve de Diciembre.


    "Cristo muerto sostenido por un ángel".                                                                                                              Desde hace casi treinta años éste es uno de mis cuadros preferidos, en éste momento de mi vida cobra pleno significado.                                                                                        Antonello de Messina en 1475 representó claramente cómo me he sentido durante todo éste último año.                                                           Porque mi Angel de la Guarda ha estado ahí acompañándome en todo momento.                                         

Un diecinueve de diciembre del año pasado ingresé en el quirófano, se suponía que sería la operación definitiva y yo tenía la esperanza de estar pocos días ingresada. Pero todo se complicó, acabé con mis huesos en la uci y los pocos días se convirtieron en muchos, demasiados. 

Ha pasado un año entre aquel diecinueve de diciembre y hoy. Un año duro, lleno de retos y de desafíos, de malos y buenos momentos, de tristezas y de alegrías. Un año en el que ha primado tanto el color negro como el blanco y en el que he intentando poner un poco de color para iluminar los días.

Ha sido un año difícil para la familia, cada uno a su nivel ha sufrido los estragos de ésta enfermedad que tanto me ha quitado y a la vez  me ha dado tanto.

Los días se han ido sucediendo, de manera eterna en unas ocasiones y de forma amable otros. Todos han ido dejando un recuerdo en mi memoria. Doce meses que me han traído desosiego y esperanza, llantos y risas, desánimos y ánimos. Un año que parecía no terminar y que a la vez se me ha pasado en un suspiro. ¿Y ahora cómo debo seguir y qué he de hacer con todo lo aprendido?. 

Hay días en los que dudo que mi intelecto esté cuerdo, me surgen dudas sobre si mi mente permanece lúcida o tal vez me encuentro en una suerte de desvarío mental que me lleva a sufrir alucinaciones. Pero por otro lado, pienso que nunca estuve tan cuerda como lo estoy ahora, que he aprovechado cada momento de éste último año para aprender cosas nuevas. Ideas que se han implantado en mi cerebro a fuego, un fuego que por momentos iba de manera lenta y otro hervía a borbotones.

He aprendido que es mejor no pensar en esos días en los que la mente amanece aletargada y el raciocinio se nubla por completo.

Esos días en los que el sueño y el cansancio se apoderan de ti y te da la impresión de que un enorme monstruo verde te han tragado. Un monstruo pegajoso que amenaza con dejarte atrapado en su estómago para siempre.

HOY 365 días después aquí estoy, un año más vieja, cien años más sabia y un millón de años más cuerda.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.



domingo, 17 de diciembre de 2017

La peque crece.


Hace unos días nuestra hija cumplió cinco años.

Parece mentira que hayan pasado cuatro años desde aquella mañana fría de invierno cuando fuimos a recogerla. Tuve que llamar por teléfono para decirles que era probable que llegásemos tarde porque nevaba mucho e íbamos despacio detrás de una máquina quitanieves.

Al final, conseguimos llegar a la hora acordada.

Cuando llegamos, allí estaba ella con sus dos moñitos y su cara traviesa. Fuimos durante tres días consecutivos para que nos conociera y por fin pudimos traerla a casa.

Ayer tuvo su primer examen de taekwondo, estaba radiante y nerviosa con su traje nuevo. Fuimos a verla mientras se examinaba y al terminar a pesar de ser de las más pequeñas, partió la tabla de un golpe seco. 

Ya no tiene los dos moñitos, pero sí la misma cara y los mismos hechos desde el día que llegó. Es inquieta por naturaleza, inteligencia pura, cabezota y cariñosa. Cuando la conocimos no soportaba que nadie la abrazase ni le diese un beso, ahora es ella la que viene a dárnoslos.

Nuestros hijos como es normal van creciendo y yo estoy contenta de ir viéndolo.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.




miércoles, 13 de diciembre de 2017

La CiuDaD.

Este texto lo escribí en el coche, el día 18 de octubre en medio de un atasco.


Hoy toca de nuevo venir al tratamiento. Hasta el mes de junio próximo he de seguir viniendo cada veintiún días.

Estamos entrando a Madrid, el cielo por fin ha decidido regalarnos lluvia y los accesos están colapsados. Avanzamos muy despacio, pero me encuentro tranquila, sé que llegaremos a tiempo al hospital.

Es un día gris, pero a mí me gusta, ha refrescado y ahora si parece que estamos en otoño.

Las nubes encapotan el cielo de la ciudad cubriéndolo de tonos grises y las puntas de los rascacielos rozan las nubes, como acariciando sus barrigas.

Una ciudad enorme que se despliega a ambos lados de la carretera.
Ciudad llena de vida, de gente, de coches y hoy de lluvia.

Ciudad en la que viví muchos años, en la que uno pasa inadvertido, es libre de ir y de venir. En la que siempre hay cosas que ver y qué hacer. Urbe que no duerme, que siempre permanece alerta. Que espera y te desespera. A la que puedes amar y odiar a la vez.

Esa ciudad en la que me gusta vivir y a la que prometo volver, de momento los fines de semana y después para siempre.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 5 de diciembre de 2017

EL PeRRo.


Desde muy pequeña me gustan los animales. Por alguna razón que desconozco siempre he sido abogada de causas difíciles y he tenido la necesidad de ayudar a animales desvalidos. Esto me llevó a adoptar perros, pájaros, peces o gatos. Hemos tenido mil y un animales. Ha habido épocas en las que nuestra casa parecía un zoológico y si no tenemos más es por falta de espacio. Me encantaría tener gallinas para no tener que comprar huevos.

Últimamente no sé muy bien porqué, siento la necesidad de coger otro perro. Ya tenemos uno de tamaño mediano-grande que lleva con nosotros ocho años. Pero ahora, se me ha metido en la cabeza traer otro de tamaño mini. He ido mirando en diferentes protectoras y me han gustado varios, pero al final, no me decidido a llamar a preguntar por ninguno. Porque por otro lado, pienso que ya tenemos un perro y que otro sólo nos dará más trabajo. Pero ésta auto excusa no termina de convencerme.

Dependiendo del día pienso una cosa u otra y al final no consigo ponerme de acuerdo conmigo misma. Lo que me genera cierta ansiedad por no ser capaz de decidirme.

Total, que así van pasando los días y yo sigo con mi rurun en la cabeza. Escuchando a una vocecilla que me dice que adelante y luego escuchando a otra que me dice que ni se me ocurra.

Al final, un día vi un perrillo en una protectora que me gustó, les envié un email para preguntarles por él, pero nunca contestaron.

Después vi otro en una protectora cerca de casa y volví a intentarlo. Esta vez si me respondieron y la persona que me contestó me envió una foto de otro perro que según ella se adaptaba mejor a nuestras necesidades. !Juro y perjuro que yo no pido un perro con glamour¡ Pero al verlo, no supe si reírme o llorar ¿Cómo demonios podía ser tan feo?. !!Socorro, si era cómo una rata electrocutada.¡¡.Que el universo me perdone por fijarme únicamente en el exterior y no en la belleza interior, pero es que no puedo. Seguro, que con una mano de champú y unos rulos queda niquelado, pero es taaaaaan feo.

En fin, que ahora se me han quitado las ganas.

                                                                                                                                                                                     Paula Cruz Gutiérrez.

lunes, 4 de diciembre de 2017

FeLiZ CuMPLeaÑoS.



Esta semana mi marido ha cumplido los años.

Este año lo hemos celebrado los cuatro juntos en casa. En años anteriores hemos comido acompañados, pero éste año nos apetecía celebrarlo con nuestros hijos.

Después de la escuela comimos tranquilos en casa y colocamos cuatro velas en unos pasteles que habíamos comprado. Nos los comimos contentos cantando el cumpleaños feliz, mientras brindábamos con sidra sin alcohol.

Mirando cómo los niños y mi marido cantaban y sonreían yo intentaba hacer alguna fotografía para inmortalizar el momento. Y en ése preciso momento, retrocedí  un año atrás. Como si una nave espacial me llevase a otro momento ya vivido, lleno de emoción, de esperanza y de incertidumbre. Cuando sí que celebramos los cumpleaños acompañados por más gente, mientras yo superaba los efectos secundarios de la quimioterapia y esperábamos a que llegara el día de entrar de nuevo al quirófano. Ajenos e ignorantes, sin ser conscientes de la que se nos avecinaba.

De repente sentí como si nuestra cocina fuese una cápsula del tiempo, en la que habitábamos los cuatro. Me invadió un inmenso sentimiento de estar en el lugar y en el momento adecuado, de estar en mi sitio. De no desear ir a ningún otro lugar fuera de aquellas cuatro paredes. Y entonces, mientras observaba a mi familia, surgió en mi interior un profundo sentimiento de agradecimiento. Por ver que mi marido no estaba viudo, que mis hijos seguían teniendo madre y que yo seguía aquí, a su lado. Terriblemente afortunada porque seguimos siendo una familia de cuatro miembros. Feliz porque a ratos puedo cuidar de ellos y otras veces son ellos, los que deben cuidar de mí.

Es indudable que si no hubiera sido así, que si yo hubiera muerto, ellos habrían celebrado de igual modo el cumpleaños, pero no creo que hubiese sido igual. 

Ahora después de todo lo acontecido durante éste año, celebramos cada día que seguimos adelante, celebramos mi recuperación, los cumpleaños y cualquier otra cosa que nos apetece. Celebramos la vida misma, con un plato de judías pintas y una copa de sidra. Puede que sean celebraciones discretas, sin grandes jolgorios ni mucha gente, ni con grandes menús, pero lo importante es que lo hacemos los cuatro juntos.

Y confieso que ahora que llegan las navidades me apetece celebrarlas de la misma manera. Perdernos los cuatro en algún lugar. No necesito nada más que un "fuerte abrazo en familia", como lo llaman mis hijos, cuando nos abrazamos los cuatro a la vez y nos apretamos fuerte fuerte.



                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.


sábado, 2 de diciembre de 2017

Feliz Fin de Semana.


Ya hace unos cuantos días que no escribo. 

La semana pasada me atacó la astenia otoñal y estuve la mayor parte del tiempo sin energía y constantemente adormecida. Por más que lo intentaba no era capaz de mantenerme espabilada.

Esta semana la cosa no ha mejorado mucho, el lunes tuve el ciclo, con lo que el martes pasé mal día. Después, como es costumbre cojo el catarro de turno. Aunque este tratamiento se supone que no afecta a mis defensas sí que debe hacerlo, porque tras su administración siempre me acatarro. 

Así pues, el frío ha venido acompañado por un malestar general que me afecta principalmente a la cabeza.

Aún así, esta mañana (en un momento de lucidez) he decidido teñirme una cresta de color violeta. Se supone que al éste frío polar que nos ataca hay que ponerle buena cara, aunque sea sin salir de casa. Ya saldré mañana un poco más.

Aún hay personas que piensan que la actitud no es importante, que mientras hagamos caso a los médicos y nos tomemos los medicamentos que nos prescriben da igual lo que pensemos o sintamos. Yo como ya sabéis, disiento completamente de estas opiniones, mi experiencia me ha demostrado que la mente ha de ir a la par con la medicina. Es la única manera de que los tratamientos den los resultados esperados.

Espero que tengáis todos un buen fin de semana, con dolores o sin ellos, pero siempre intentando estar lo más animados posibles.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.