jueves, 26 de julio de 2018

LoLi y su compañero.


 
Si ya de por sí es difícil asimilar que tienes cáncer, más aún si con cuarenta y cuatro años y tres hijos que dependen de ti, te dicen que te quedan entre dos semanas y dos meses de vida. Imaginaos la situación.

Loli quería hablar con alguien que hubiese estado en su misma situación. Vino a casa y estuvimos hablando tranquilas durante más de una hora. Yo le hablé de mi caso y ella vio que no siempre se cumplen las estadísticas de los médicos.

Cuando se marchó iba con una sonrisa y estaba mucho más tranquila y esperanzada.

Para mi, fue un placer poder ayudarla ese rato.

El texto que os pongo a continuación me lo envío al día siguiente de que habláramos.

                        Paula Cruz Gutiérrez.


QUERIDO COMPAÑERO.

    Desde que llegaste a mi vida me has hecho pasar mucho miedo, si, pero me has enseñado a luchar con más fuerza.

     Estoy aprendiendo a vivir contigo, hoy formas parte de mi y no voy a luchar contra ti, lucharemos juntos para curarme.

    Querido compañero, desde que llegaste estoy disfrutando de mi familia como jamás lo hice, compartiendo cada momento con más intensisidad, viviendo más momentos juntos y con más sonrisas. 

       Desde que llegaste a mi vida, se quien merece la pena, siempre, a veces y quien nunca, quien son los amigos de verdad, y darme cuenta de quien realmente me quiere.

      Gracias a ti he conocido a personas magníficas, mujeres fuertes y luchadoras que seguramente sin ti no hubieses llegado a mi vida jamás hubiese conocido.

      Querido compañero, tendremos días mejores y días peores, de momento no me puedo quejar. Me estas dejando levantarme todos los días y para mi, eso es muchísimo. Cuando estas bien no valoras lo bonito que es, tan sólo el poderte levantar, gracias a ti estoy aprendiendo a darle valor a cosas que antes para mi eran insignificantes.

     Querido compañero, hemos perdido el pelo, pero ahora no necesito ni champú ni ir a la peluquería, ni cera, ni cuchilla, ni láser.  Puedo salir corriendo a la calle sin temor de estar despeinada, que me despeine el viento, ni olvidarme el peine, ya no digo "huy vaya pelos", y tan sólo así con mi gorra o mi pañuelo me he acostumbrado a verme, por mis cejas no te preocupes, me las pinto y mis pestañas crecerán. Si mis ojos están tristes, no te preocupes, tapo mis ojos y le pinto a mi cara una sonrisa.

    Querido compañero, no te acostumbres a quedarte, pero mientras estés, aquí estaré contigo, cuando llegue el momento de irte, lloraremos juntos tu despedida y siempre me quedaré y te daré las gracias por haberme hecho más fuerte, y empezaremos a ser felices mis hijos y yo, incluso llegado el momento te diré, querido compañero, gracias por venir, no te olvido y hasta siempre.


                                                                             Loli Parra.

martes, 24 de julio de 2018

Hay RaToS, HaY DiaS.



Amanece un día en el que despacito despacito, conforme va transcurriendo el día, se apodera de ti una profunda tristeza sin motivo alguno.


Tu interior se quiebra como galleta de barquillo, mientras tú, lo único que puedes hacer es ver cómo van cayendo los trocitos al suelo.



Sin tener un motivo certero, pero segura de sí misma, se arremolina entre tus entrañas y te atenaza el corazón. Arrasa todo tu interior sin dilación. Se hace fuerte a tus intentos de ahuyentarla y al final, no hay otra opción que sucumbir a ella.



Aceptas que está ahí y que algún motivo tendrá para haber venido. Hoy es tu compañera de viaje, es inesperada e indeseada, pero compañera al fin y al cabo.



Hay ratos en los que te pierdes entre los recovecos de tu alma, buscando, intentando hallar una respuesta que no existe y que difícilmente encontraras.



Hay días en los que el cielo se cubre de nubes, el sol se oculta y tú te acuestas sabiendo que al levantarte, habrá salido el sol de nuevo.


                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.


martes, 17 de julio de 2018

Música Por Favor...

Erase una vez una noche de verano a primeros del mes de julio. Madrid ardía como pollo en barbacoa. La ciudad y sus gentes intentaban sofocar el calor lo mejor posible.

Mientras tanto, en el otro extremo de la ciudad algo se prepara.

Por fin ha llegado la hora de salir de casa. Nos subimos al coche camino de nuestro destino.

En quince minutos hemos llegado a ese otro extremo, en la puerta nos colocan la pulsera, !por fin estamos dentro!.

El escenario está preparado y la gente se amontona frente a él. Accedemos a la tribuna de discapacitados, me siento y desde allí, observo un mar de cabezas, todas de colores y tamaños diferentes. 

La música de fondo se para, la gente se vuelve loca y comienza a gritar, silbar y a aplaudir. El sudor se mezcla con la emoción, todo explota cuando el cantante hace su aparición sobre el escenario. La música comienza a sonar, las luces estallan en mil colores y las almas comienzan a vibrar.

Miles de personas vitorean, aplauden; porque saben que la próxima hora y media será muy especial.

Desde la atalaya en la que nos encontramos, mi silla se convierte en un lugar privilegiado. Desde allí puedo contemplarlo todo.

Y una vez más, me siento afortunada porque la vida es una consecución de sueños y hoy, en ésta noche estrellada estoy cumpliendo otro de los míos.

Cuando la música invade tus venas (aunque estén quemadas por la quimio), llega a tu ADN y cada una de tus células vibra al unísono. Simplemente es inevitable no abandonarse al compás. 

Me dejo llevar, siento, vivo, canto, aplaudo.

De repente, ya no soy yo. Un torrente de energía y placer me inunda y allí sentada, con los ojos cerrados soy capaz de transportarme hasta el escenario, sobrevolando a toda aquella multitud con los brazos en alto.

El tiempo se detiene, tan solo existe la música que entra y sale, vuelve a salir y vuelta a comenzar.

¿Que si existe la felicidad?

Yo creo que sí, sólo que nunca nos enseñaron que está formada por una cadena de momentos sublimes, no es un estado perpetuo.


De pequeño me enseñaron
a querer ser mayor,
de mayor voy a aprender
a ser pequeño...

Enrique Bunbury.


                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.


miércoles, 11 de julio de 2018

Cuéntame...


Alguien me dijo: Cuéntame  un cuento.



De Jóvenes y de Viejos, de Esperanzas y de Sueños, de Verdades y de Anhelos.


Cuéntame un cuento, para tí y para mí, para todos los habitantes del universo.


Piensa en un futuro múltiple y diverso, equitativo y respetuoso. 


En él habrá seres anclados en el pasado, otros en su presente y otros en su futuro mil veces proyectado.

Existirán otros seres situados en vivir el aquí y ahora. Un momento presente que pasa rápido. Sabiendo que el "ahora" es lo único que en realidad tenemos y del que estamos obligados a disfrutar.


Solos, acompañados, que más da.



Disfrutar del presente con sus luces y sombras, sabiendo que ni unas ni otras son eternasEl mundo siempre está en constante movimiento.


Disfrutar del sol, de la lluvia, de tu casa, de tu familia, de tus amigos, pero sobre todo, disfruta de Tí mismo. No existe mejor compañía. 


Todos tenemos un rico interior, atrévete a explorarlo.

Te aseguro que una vez que te encuentres y aprendas a quererte ya no habrá vuelta a tras.

Vivir en coherencia es una necesidad en los tiempos en los que vivimos. Saber, pensar y actuar en la misma sintonia produce el maravilloso efecto en el universo de que se alinee con nosotros y nos de todo aquello que necesitamos.

Pensar y sentir al unísono, siendo nosotros mismos, 
sin hacer caso a la información que nos bombardea en forma de comentarios.

Todos en nuestro interior sabemos en realidad lo que deseamos y necesitamos. Si nos paramos a escuchar.

Aún hay mucha gente a la que ésto no le gusta ni interesa y prefiere vivir "de cara al exterior" y exigen al mundo que les hagan felices, sin saber que la felicidad únicamente se encuentra en nuestro interior.

Feliz día amigos.


 Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 3 de julio de 2018

MoRiR PaRa ViViR.


El universo se rige por sus propias leyes, la mayoría de ellas ininteligibles para la mente humana.

Una de esas leyes dice que cuando hay algo dañado, para poder arreglarlo, hay que empeorarlo antes.

Por eso cuando yo enfermé, el universo aplicó esta máxima divina para poder arreglar mi cuerpo físico, invadido por el cáncer. 

La mejor solución que encontró para sanarme, fue que antes debía morir y de ésta manera empezar desde cero de nuevo. Así sucedió, durante dos días todos mis órganos vitales salvo el corazón dejaron de funcionar. El peor de los desenlaces posibles estaba por llegar.

Mi cuerpo se paró, pero sin embargo, mi mente siguió funcionando en todo momento con su propia "película", por lo que yo en ningún momento tuve la sensación de que iba a morir. Mentalmente seguí luchando contra mis propios demonios. Esta "película de terror" que sigo recordando perfectamente, me produjo un fuerte shock postraumático.

Afortunadamente año y medio después he conseguido superarlo, pro no ha sido fácil superar las pesadillas, las regresiones recurrentes en momentos inesperados o el dolor que esos sueños me produjeron.

Hoy estoy aquí, habiendo superado mil baches, consciente de que me quedan otros mil por superar, pero sé que con el tiempo seré capaz también de dejarlos atrás.

Muchas gracias a todos por hacer mi camino un poco más fácil.



                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.