miércoles, 20 de febrero de 2019

REConstruyendo edificios.


-- Pero cómo no vas a estar cansada! --me dice mi amiga Pilar -- Hazte la cuenta de que has ido a la guerra, que tu cuerpo ha sido arrasado y ahora está intentando recomponerse.

Estas palabras inspiraron este texto en clave de metáfora:



Durante muchos años trabajé en un estudio de arquitectura. Diseñaba edificios altos, donde las personas vivían sus anodinas vidas y se construían con materiales débiles, así que solían resquebrajarse y se desplomaban con facilidad.

Por dentro estaban profusamente decorados, mezclando unos estilos decorativos con otros, con la finalidad de alcanzar la belleza de los espacios. Lo importante era que sus propietarios se sintieran orgullosos de ellos. Eran edificios creados con espacios pequeños que invitaban a vivir en el exterior. Simples ciudades dormitorio.

En este estudio el ritmo de trabajo era rápido, siempre con prisas,  porque había que diseñar planos, buscar o eligir materiales. Nuestra labor era construir ilusiones.

Un fuerte descalabro me llevó a los infiernos, allí permanecí durante un tiempo, intentando sobrevivir. Tuve la posibilidad de  enfrentarme cara a cara con el miedo, con la enfermedad y con la superación. Cuando todo el proceso terminó y vi que seguía viva, me di cuenta de que ya no me interesaba trabajar allí y decidí cambiar de estudio.

En el que ahora desempeño mi trabajo, llevamos un ritmo mucho más lento, vivimos al día. Los edificios que ahora creo son más sólidos y las alturas han dado paso a la planta baja. Los materiales han sido sustituidos por otros resistentes a los seísmos, esos terremotos que a veces nos arrasan y nos obligan a volver a edificar de nuevo.

En cuanto a la decoración, también he introducido cambios, ahora esas casas buscan la comodidad, en ellas reina el minimalismo. Busco que sus dueños se sientan felices y deseen volver a casa. Diseño espacios amplios y abiertos con grandes ventanas, que inundan de luz el interior y que sirven para ahuyentar los fantasmas.

Mi ritmo ahora es infinitamente más lento, pero he aprendido a caminar sin mirar hacia atrás, cada día amanece con su tran tran particular, al que me acomodo.

Hace tiempo aprendí también a mirar hacia dentro, buscando en mi interior los ladrillos que ahora construyen mis tabiques interiores. A simple vista, pueden parecer ladrillos más simples, pero en realidad, son más fuertes y sólidos. 




                                                                    Paula CRuz Gutiérrez.

jueves, 14 de febrero de 2019

TaN SoLo aCoMPáÑaMe.


Acompáñame en silencio, dame la mano, lloremos juntos o riámonos si es necesario. Cuéntame cuentos, historias que me lleven lejos.

Dame un beso, acaríciame el alma con un abrazo. Unicamente necesito sentir tu apoyo. 

Espera a que yo hable y si no me apetece contarte nada, respeta mi silencio. Cuando esté preparado lo haré y te contaré historia de risa y de miedo.

Tal vez no me apetezca verte, todos necesitamos tiempo para aceptar nuestra situación, si es así respeta mi decisión. Recuérdame siempre como era, medio loco o medio cuerdo.

Y cuando nos veamos, evita decirme que sea fuerte, que tenga ánimo, que he de luchar o que voy a tener suerte. Estas palabras me hieren profundamente. Nadie mejor que yo sabe lo que tengo que hacer, otra cosa es que pueda o sepa hacerlo. 

Aunque lo intentes nunca sabrás cuál es mi situación, qué siente mi cuerpo, cuáles son mis miedos, ni qué atormenta mi corazón. Para saberlo has de estar en mi lugar. No me digas que te imaginas cuanto sufro.

Piensa antes de hablar lo que vas a contarme, no parlotees tan sólo por romper el silencio. A veces, el silencio dice mucho más que las palabras.



                                                                                                               Paula Cruz Gutiérrez.

jueves, 7 de febrero de 2019

La Montaña Nevada.


Camino del hospital contemplo las montañas nevadas del horizonte.

Entonces pienso que tal vez los seres queridos que se van moran allí. Porque ellos ascienden y  a nosotros nos dejan aquí abajo congelados por su pérdida.

Hoy la serenidad junto con la aceptación han vuelto.

Querido amig@, gracias por compartir conmigo tantos años, risas, abrazos y llantos. Aunque me hubiera gustado pasar más tiempo a tu lado, estoy feliz por el tiempo que hemos compartido, estar junto a tí siempre fue fructífero.

Te envío toda la luz y el amor que soy capaz de recoger, a los que acompaña mi mayor deseo de que continúes tu camino feliz. Que tu alma siga evolucionado.

No tengas miedo, porque las buenas personas no han de tenerlo, y tú sin duda, lo has sido.

Prometo recordarte con una enorme sonrisa, aquella que siempre afloraba cuando estábamos juntos, entre problemas y bromas, entre confidencias y besos.

Dicen que la muerte solo arrebata la vida, porque el amor nada ni nadie nos lo puede quitar.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.



miércoles, 6 de febrero de 2019

AlmA rOtA.


Hoy me resulta difícil encontrar las palabras adecuadas. Los pensamientos me golpean igual que las fuertes olas chocan contra las rocas. 

Mi día de hoy lo podríamos considerar como un día nefasto.

Dice la canción que "algo se muere en el alma cuando un amigo se va". Pues hoy creo que mi alma y entera ha sucumbido, dos perdidas en un mismo día para mí son sencillamente, demasiado.

Anoche falleció una amiga. Dos meses han sido suficientes para que un cáncer de pulmón la hiciera partir. Aún recuerdo sus palabras diciéndome que qué malo era esto. Que no podía aguantar tanto dolor. Ahora todo ha terminado, a volado cual pájaro libre al cielo.

Y ayer también recibí la noticia de que mi amigo del alma no va ha superar el glioblastoma que se ha apoderado de su cerebro y que le ha sumido en un silencio obligatorio, sin ni siquiera darle la oportunidad de moverse ni de expresar con palabras tanto sufrimiento. Ni la quimio, ni las dos operaciones,  ni la radio ni tampoco el ensayo clínico han hecho efecto, a sí pues, mi amigo del alma ha emprendido su último viaje.

Por mi parte nada más que añadir, no tengo palabras, aunque me muera por dentro.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.