domingo, 23 de junio de 2019

cArrEtErAs InfInItAs.




Son las seis de la madrugada de un martes cualquiera. El desorden en la cama es sólo comparable al desasosiego que acongoja a su morador. El problema no ha comenzado hoy, sino hace varios meses cuando recibió la fatídica noticia.

Pedro ha sufrido un fuerte descalabro que ha desbaratado sus planes. Su vida perfecta se ha esfumado, todo pende de un hilo. El que presumía de ordenado, habita ahora en el caos. 

Su vida tranquila y segura, ha sido sustituida por algo imperfecto y totalmente inseguro.

Se siente incapaz de hacer frente a esta concadenación de descalabros totalmente inoportunos.

Sentado en la silla de víctima, imagina tramas corruptas que sólo le afectan a él.  Llora, blasfema y se enrabieta un día tras otro, compadeciéndose de sí mismo y convenciéndose de que es la única víctima de aquella situación rocambolesca. No entiende lo ocurrido y no deja de preguntarse porqué le sucede todo aquello, quizás el karma tenga algún motivo oculto para vengarse de él. No caben contrariedades ni otras opiniones que no sea la suya propia, por eso, se rodea de gente que siempre le da la razón y escucha sus quejas continuadas.

Pero hoy ha coincidido con un amigo que le ha desmontado sus argumentos, algo que no le ha gustado. Por eso, lleva toda la noche dando vueltas en la cama, sin conciliar el sueño.

Su amigo le ha roto los esquemas al decirle que porqué no cambiaba su punto de vista sobre la situación. ¡Pues porque sencillamente, no hay otro!. ¡Con lo cómodo que se siente él interpretando su papel de víctima, siendo el protagonista de todas las miradas! 

No, aquella petición además de disparatada le parece absurda.

El que a ojos de sus allegados es una persona inteligente, independiente y seguro de sí mismo, su amigo le ha hecho ver que está demostrado ser todo lo contrario, un ser indeciso, infeliz y quejicoso.

¿Y si tal vez pudiera considerar la posibilidad de ponerse en marcha e intentar solucionar todo aquel embrollo? ¿No estaría complicándolo todo?

Justo unos minutos antes de que el sueño lo venciera, se le ocurrió la aún remota idea de que tal vez, sólo tal vez, la vida le estuviera mostrando una carretera secundaria por la que escapar. Una segunda oportunidad con un lienzo en blanco para de nuevo poderlo colorear.

El sueño le lleva por carreteras infinitas hasta ahora inescrutadas, pequeños seres oníricos de cuerpos extraños, le acompañan en este viaje, mientras le hablan en un idioma desconocido que sin embargo, entiende correctamente.

Y en medio de uno de esos caminos, se vuelve a ver cómo el hombre apuesto, inteligente y valiente que en realidad es y que hacía tiempo que había olvidado. Esto le aporta la fuerza necesaria para continuar.

Uno de esos seres de cabeza diminuta, le explica que cuando algo se acaba que tan solo es el final de una etapa y que todo termina porque nos espera algo mucho mejor que lo que teníamos hasta ahora. Que es aconsejable pasar página porque si no, nuestro sufrimiento y el de los demás, se alarga de manera innecesaria.

Que él era el único capaz de otorgarse la posibilidad de ser feliz, que los demás carecen de poder sobre nosotros si no nos dejamos influenciar. Esta idea, le proporciona un chute de positivismo y esperanza y decide que no merece la pena vivir en la prisión de las dudas, los rencores y del odio.

Que siempre hay que pensar y trabajar para que mañana sea mejor que hoy.

Y así, mientras sus nuevos amigos se despiden, él se despierta empoderado y decidido a salir cuanto antes de aquella situación.


                                                                       Paula CRuZ Gutiérrez.


miércoles, 12 de junio de 2019

AcEptAcIOn.






Últimamente me han preguntado en  varias ocasiones cómo se afronta una recidiva y la verdad, es que no sé muy bien qué contestar. Porque aunque soy plenamente consciente de lo que me ocurre, a veces, me parece contemplar la situación de lejos. Como si fuera el espectador de una pésima película y pudiera escapar de ella con apagar la televisión. Supongo que la mente utiliza sus propios recursos para hacer más llevadera cada situación. Y que estos no son ni buenos ni malos mientras nos sean válidos.

En mi caso al recibir la noticia ha surgido la sorpresa, la incredulidad, la negación y después la aceptación, aunque al principio haya sido a regañadientes. Pero aceptación al fin y al cabo.

Aceptación para admitir su vuelta y sus consecuencias. Después de un año limpia nadie se lo esperaba, ni el cuadro médico ni yo. Pero lo cierto es que ha venido y hay que hacerle frente.

Aceptación para someterme de nuevo a la quimioterapia y a sus efectos. Igual de nocivos como conocidos. Porque el que tenga conocimiento de todo a lo que me enfrento no alivia los síntomas.

Aceptación y valor para reconocer que la vida me para de nuevo. Que ahora que comenzaba a recuperarme de los tratamientos anteriores he de volver a empezar y aparcar de nuevo los planes de futuro. 

Aceptación y confianza en que si fui capaz de reponerme la vez anterior, ahora que la afectación es menor, también lo conseguiré.

Aceptación de que vendrán días malos y que aún así, el número de días buenos es mayor. Conozco el proceso y sé que en los próximos meses tal vez haya muchos días malos producidos por la medicación, pero también podré disfrutar de otros muchos días soleados.

Aceptación para recorrer los caminos torcidos que tiene la vida y disfrutar cuando nos encontramos un tramo recto y llano. No todos son renglones torcidos, aunque algunos días nos lo parezca. 

Aceptación para conseguir esa paz interior tan necesaria y poder ser feliz a pesar del cáncer. Sin esa tranquilidad interior nunca seré capaz de disfrutar ni de hacer frente a la enfermedad. Es algo primordial en todo proceso.

ACEPTACIÓN. Palabra clave en muchos momentos de nuestra vida, da igual cuál sea nuestra situación.


                                                                       Paula CRuZ Gutiérrez.