Que este desasosiego y esta tristeza que me invaden, se las lleve una fuerte ráfaga de viento y los arrastre lejos de mí.
Que la luz del sol con su tibieza me inunden de nuevo y vuelva la alegría. Se que esto es pasajero, pero mientras pasa me revuelvo en el lodo, como si el barro con sus tonos marrones y ocres fuesen los únicos que pudiera captar mi retina.
Sudo y sudo sin parar para a continuación quedarme helada, un sudor frío que me atraviesa y me congela el corazón. Sofocos continuos que me obligan a secarme y cambiarme de ropa continuamente.
Mi ánimo fluctúa a ritmo de los efectos del tratamiento.
He de cruzar el abismo, caminando por un puente largo, estrecho y desvencijado. Mis pasos son cortos y temblorosos. Evito mirar hacia abajo, porque si caigo al vacío llegaré al fondo del abísmo. A una inmensa grieta sinuosa y oscura donde sólo habita la locura.
Intento en todo momento miar al frente. Al otro lado veo un frondoso árbol, que despliega sus verdes ramas hacia mí y me invita a seguir.
Yo lo intento, camino por el puente mientras que un ave negra que es mi pesimismo, me ataca e intenta derribarme.
!Déjame, no te quiero a mi lado¡, le grito nerviosa, mientras ella vuelve una y otra vez.
Mi rostro está cubierto de lágrimas, pequeñas perlas que caen y se pierden en la enorme grieta.
Quiero llegar al otro lado, deseo abandonar el precipicio.
Que alguien me ayude porque sola no creo poder lograrlo.
Paula Cruz Gutiérrez.
He de cruzar el abismo, caminando por un puente largo, estrecho y desvencijado. Mis pasos son cortos y temblorosos. Evito mirar hacia abajo, porque si caigo al vacío llegaré al fondo del abísmo. A una inmensa grieta sinuosa y oscura donde sólo habita la locura.
Intento en todo momento miar al frente. Al otro lado veo un frondoso árbol, que despliega sus verdes ramas hacia mí y me invita a seguir.
Yo lo intento, camino por el puente mientras que un ave negra que es mi pesimismo, me ataca e intenta derribarme.
!Déjame, no te quiero a mi lado¡, le grito nerviosa, mientras ella vuelve una y otra vez.
Mi rostro está cubierto de lágrimas, pequeñas perlas que caen y se pierden en la enorme grieta.
Quiero llegar al otro lado, deseo abandonar el precipicio.
Que alguien me ayude porque sola no creo poder lograrlo.
Paula Cruz Gutiérrez.
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