Hoy me he despertado temprano, a pesar, de que anoche me costó mucho dormirme. Mi cabeza amanece igual de aturdida y dolorida que ayer. De nada me sirvió tomarme varias pastillas para intentar mitigar el dolor.
El sol esta mañana anda perezoso, con un tono amarillento raro; parece no querer despertar de su cama de nubes. Nubes que por cierto, ayer descargaron sobre nosotros toda el agua y el granizo que llevaban acumulados y que convirtieron las calles en ríos.
Ayer fue un buen día de encuentros y reencuentros, de charlas amenas y de conversaciones tranquilas. Los niños disfrutaron jugando con sus amigos, y nosotros, charlando con los mayores.
En el auditorio se celebró el día internacional de la mujer y este año, decidieron hacer un pequeño homenaje a las ciento veinte mujeres empresarias de Mota. Con un pequeño montaje fotográfico fuimos desfilando una a una y después nos dieron una flor. Una preciosa gerbera, una de mis flores favoritas.
Es cierto que hay días que transcurren de forma abrupta, dejando huella a su paso. Pero también los hay que transcurren de forma tranquila, dándonos una tregua y dejándonos tomar aire para seguir respirando. Ayer fue uno de éstos días.
A pesar de las inclemencias del tiempo, fue un día cálido, amoroso y especial.
Muchas gracias a todas esas personas que estáis a mi alrededor, puede que no estéis siempre físicamente cerca de mí. Pero sé que estáis presentes, con vuestra amistad, vuestro apoyo y vuestro cariño.
Por fin parece que el sol se decide a salir y si el viento decidiese llevarse mi dolor de cabeza, el día comenzaría de una manera espectacular.
Feliz domingo a todos.
Paula Cruz Gutiérrez.
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