Desde que estoy enferma pocas cosas puedo hacer yo sola, en la mayoría de los casos necesito ayuda o supervisión.
A la falta de fuerza generalizada en todo el cuerpo y los dolores en las articulaciones se une el problema de las lagunas mentales que de vez en cuando aparecen.
Estas lagunas se ponen de manifiesto en las situaciones más dispares y a la vez cotidianas, como ir a pagar la compra y no saber qué billetes debo entregar. Otras veces aparecen cuando mantengo una conversación con alguien y de repente, se lo que quiero expresar pero no sé decirlo. También me ocurre a la hora de escribir, muchas veces no se cómo se escribe la palabra que quiero poner y le tengo que preguntar a mi marido que me diga cómo se escribe.

Que mi marido se ocupe de realizar casi todas las labores que habitualmente hacía yo, no deja de ser necesario y frustrante a la vez, porque indica claramente, que yo no estoy en condiciones de poder realizar muchas cosas, como vestirme o asearme sola.
El me pregunta y desde mi cuartel instalado en el sofá, yo le voy indicando qué hacer o cómo cocinar.
Así con éste ritmo, van pasando los meses y ya han transcurrido 13.
Paula Cruz Gutiérrez.
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