El único asiento libre que hay en la sala de espera está situado frente a la puerta de entrada. Me dirijo a él y tomo siento a la espera de que llegue mi turno, es un sillón cómodo que me permite descansar.
Entonces me quedo como hipnotizada por la puerta automática y me pongo a pensar cuantas veces habré cruzado ese umbral en los últimos años. En muchas ocasiones han sido varios días por semana. He pasado aquí incontables horas, transcurridas entre esperas, consultas, tratamientos, analíticas y un sin fin de pruebas de todo tipo.
Hoy como en tantas otras ocasiones espero noticias, estoy un tanto impaciente, porque ya conozco los resultados y no son los esperados. El doctor me dirá qué opina y así sabré qué hay que hacer ahora.
Por otro lado, estoy un poco nerviosa porque hoy es mi último día entre estas paredes, mi ciclo en este hospital ha terminado. Han sido cuatro largos años a ratos alegres, otros difíciles, pero siempre rodeada por un equipo humano que me ha ayudado a llegar dónde estoy hoy. Me voy llena de cariño y de agradecimiento.
Mañana comienzo ciclo nuevo en un macro hospital, con tratamiento nuevo. Habré de acostumbrarme a caras y rutinas nuevas, así como a otrotipi de medicamentos.
No voy a negar que el ánimo me falla hoy, pero esto es lo que tiene ir subida en la montaña rusa. Tan pronto estás arriba cómo que estás abajo. Y todo pasa tan rápido que no eres capaz de reaccionar.
Aquí todos me conocen, al nuevo hospital voy sola, rodeada de mucha gente, pero nadie conocido.
Intentaré afrontarlo con la misma entereza que hasta ahora y el día que el ánimo me falle, habrá que esperar a que al día siguiente me suba.
Paula CRuZ Gutiérrez.
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