Volar y volar apoyándonos en las ramas que nos ofrecen cobijo.
Todos tenemos personas que nos apoyan, aunque con la primera persona que deberíamos contar es con nosotros mismos. Nadie está realmente sólo a no ser que quiera estarlo.
Estas personas se convierten en nuestras ramas de apoyo. Algunas veces están cerca y podemos verlas con frecuencia. Mientras que otras están más lejos y tan sólo podemos hablar con ellos por teléfono. Pero todas las ramas y todos los árboles, cumplen por igual su función de apoyarnos y darnos ánimo.
Da igual que el número de ramas sea grande o pequeño, lo importante no es la cantidad, sino la calidad.
Ellos, aunque no lo sepan, suelen tener la madera igual o más dura que la nuestra. Porque así, pueden sobrellevar mejor nuestras embestidas cuando tenemos días malos e intentar animarnos si decaemos.
La suya no es una tarea fácil.
La suya no es una tarea fácil.
Cuando uno tiene una enfermedad que se alarga en el tiempo, es importante tener personas a tu lado que se ocupen de ti, que te acompañen a recorrer el sinuoso camino que nos ha tocado. Porque hay días que pasan deprisa, mientras que otros se hacen eternos e incluso los hay que son camaleónicos y nos ofrecen las dos posibilidades, comenzando de una manera y acabando de otra totalmente distinta.
Por otro lado no todos los enfermos somos iguales, mientras unos intentan hacer más llevadera la enfermedad y la de sus ramas de apoyo, otros le hacen la vida imposible al árbol entero, a todos los que tienen a su alrededor. Hay que ser consciente de que nuestro estado de humor va a condicionar el de toda la familia. ¿Y no es más agradable vivir en un bosque que en un páramo?. Si nos trasladamos a vivir al páramo o un desierto, tan sólo conseguiremos disminuir nuestra calidad de vida.
Por otro lado no todos los enfermos somos iguales, mientras unos intentan hacer más llevadera la enfermedad y la de sus ramas de apoyo, otros le hacen la vida imposible al árbol entero, a todos los que tienen a su alrededor. Hay que ser consciente de que nuestro estado de humor va a condicionar el de toda la familia. ¿Y no es más agradable vivir en un bosque que en un páramo?. Si nos trasladamos a vivir al páramo o un desierto, tan sólo conseguiremos disminuir nuestra calidad de vida.
Esto, no quiere decir que no nos permitamos tener días malos. Esos días podremos permanecer acurrucados en nuestro nido. Pero cuando pasen, hemos de remontar y volar lo más alto posible.
Volar y volar es lo único que podemos hacer cada día.
Volar y volar es lo único que podemos hacer cada día.
Espero que vosotros también tengáis vuestras ramitas especiales.
Dedicado a mi grupo de Oncofelices.
Paula Cruz Gutiérrez.
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