Hace
tiempo que vivo con un centinela que vigila todos mis movimientos.
Un centinela privado al que yo trato de ignorar. Permanece callado, cual
soldado, esperando siempre el momento más oportuno para actuar.
Si por él fuera gobernaría mi vida, pero
sabe que yo no estoy dispuesta a ello. Por lo tanto, actúa en contadas
ocasiones, cuando bajo la guardia o a través de los comentarios negativos de
otras personas. Entonces me atosiga, susurándome palabras de desaliento.
Es persistente y no se rinde con facilidad. Viene despacio y me habla con su voz pausada en ese momento, yo intento no escucharle. Si lo hiciera, creo que mi vida se convertiría en un infierno, porque se apoderaría de mis pensamientos, de mis días y de mis noches.
Es persistente y no se rinde con facilidad. Viene despacio y me habla con su voz pausada en ese momento, yo intento no escucharle. Si lo hiciera, creo que mi vida se convertiría en un infierno, porque se apoderaría de mis pensamientos, de mis días y de mis noches.
Entonces desaparecerían todos mis sueños, aquellos por los que trabajo todos los días, desde que me levanto hasta que me acuesto.
Mi intención es la de vivir libre, sin
ataduras ni complejos. Vivir la vida con lo bueno y lo malo, con mis dudas y mis indecisiones.
Tengo claro que uno nunca puede ser feliz si vive con temor.
Tengo claro que uno nunca puede ser feliz si vive con temor.
Ceder al MIEDO es perder el control. Por
eso, cuando se asoma, rápidamente lo alejo, pensando que todo está
perfecto.
Intentad que nunca se apodere de
vosotros.
Paula Cruz Gutiérrez.
Paula Cruz Gutiérrez.
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