Teresa es en realidad un bebé orondo y feliz que nació en enero.
El texto de hoy cuenta la historia de su tía. Cómo sé cuanto la quiere le he puesto su nombre.
El sábado, tuvimos el placer de pasear con
nuestra amiga, la tía de Teresa.
Hace casi veinte años comenzó siendo mi
jefa en el museo al que entré a trabajar como restauradora, desde hace casi los
mismos años es mi gran amiga.
Cuando la miras lo único que ves son sus
ojos traviesos sonriendo al mismo tiempo que su boca. Es una enorme sonrisa
pegada a dos enormes brazos que te succionan y te abrazan como si se fuera a
terminar el mundo. Estar allí siempre es reconfortante.
Vital por naturaleza, es incombustible,
afortunadamente la quimioterapia no le ha afectado demasiado e intenta hacer
una vida “normal” dentro de lo que le deja la enfermedad.
Ahora que no puede trabajar invierte el
tiempo en descansar y pasear, en estar con su familia y amigos.
Esta semana estrena nuevo ciclo y nueva
quimio, espero que le siente tan bien cómo la anterior.
Mujer culta donde las haya, no acabarás
nunca la visita sin aprender nada nuevo. Es un placer conversar con ella,
escucharla cómo enfatiza o cómo sonríe al escuchar cualquier comentario. Es imposible
aburrirse con ella y no terminar la conversación con una sonrisa y con las
ganas de quedarte más tiempo a su lado.
El cáncer no le ha quitado ni un ápice de
las enormes ganas de vivir que siempre ha tenido.
Ha aceptado la enfermedad con serenidad y
entereza, con una sonrisa por bandera. Aunque todos sabemos que la "procesión va por dentro"
Sabe que vendrán días mucho peores, pero
lo afronta con amor y esperanza en que todo irá bien, cómo han ido hasta ahora.
Está segura de que superará la enfermedad,
con esa certeza ciega que sólo tienen los sabios.
Desde el Retiro con amor y por muchos
paseos más.
Tu amiga.
Paula Cruz Gutiérrez.
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