Hoy es nuestro décimo aniversario de bodas.
Me ha parecido un buen día para contar parte de nuestra historia.
Me ha parecido un buen día para contar parte de nuestra historia.
Un día ya lejano, mi marido y yo decidimos emprender un
viaje.
No se trataba de un viaje cualquiera, era un viaje en busca
de la maternidad y como único equipaje llevábamos nuestra ilusión. Pero resultó
ser un viaje arduo, lleno de impedimentos, de negativas y de desánimo.
Yo siempre fui una de esos millones de mujeres que padecían
Endometriosis. Una mujer más a la que nunca le administraron ningún tratamiento
y que aguantó año tras año el dolor y las molestias de la enfermedad. Ni tan
siquiera después de operarme debido a una obstrucción intestinal provocada por
la misma endometriósis. Con el paso de los años llegó la infertilidad.
Nunca quise ser madre estando sola, porque me parecía
demasiada responsabilidad tener que educar a otro ser humano. Pero
cuando me casé la cosa cambió y para entonces ya era demasiado tarde.
Así con todo, nos pusimos de
pruebas, de estimulaciones ováricas para realizar fecundaciones artificiales.
Todos nos hablaban de los beneficios del procedimiento, pero nadie nos explicó
los posibles efectos secundarios a largo plazo.
Me sometí a estimulaciones para
ser madre, después para tratarme las enormes hemorragias mensuales que me
provocaban cansancio y anemia. Hormonas y más hormonas que estoy convencida que
me han llevado hasta el cáncer. Ya sé que éste no es un dato científico ni está
abalado por ningún estudio, pero creo sinceramente que en mi caso ha sido así.
Al mismo tiempo que intentábamos
quedarnos embarazados, decidimos solicitar la adopción de un niño nacional.
Fuimos a servicios sociales a informarnos y además de la adopción, nos hablaron
del programa de acogimiento familiar porque entonces ambos programas eran
compatibles. Cuando volvimos entregamos las dos solicitudes para ambos programas.
Así unos meses después nos convertimos en padres de acogida, de una niña de un año, que nos hizo padres de repente. Un año después llegaría el segundo bebe de tan sólo un mes.
Así unos meses después nos convertimos en padres de acogida, de una niña de un año, que nos hizo padres de repente. Un año después llegaría el segundo bebe de tan sólo un mes.
Al final llegó nuestro hijo
biológico tras un embarazo complicado y a los dos años, nuestra hija adoptiva.
Y cuando me preguntan que si
tengo hijos, siempre digo lo mismo, que no deseaba tener, pero al final he
acabado siendo madre de todas las formas posibles: biológica, adoptiva y de
acogida.
¡A mí que me daba miedo educar!.
¡A mí que me daba miedo educar!.
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