Una mañana
cualquiera te miras al espejo y notas que algo ha cambiado.
Escudriñas
tu rostro para averiguar qué ha sucedido y entonces lo ves.
Sobre tu
frente aparece tatuado un código de barras que indica tu fecha de caducidad.
Cierras los
ojos e intentas eliminarlo con la toalla, pero sigue ahí porque ha venido para
quedarse.
Entonces
recuerdas que ayer te lo dijo el doctor. El tumor está muy extendido y tenemos
pocas posibilidades.
Maldito
doctor y maldito tumor.
Tengo que
pensar cómo trazar un plan para mandar al cuerno al tumor y a las estadísticas
del doctor.
Creo que
ahora es el momento adecuado para echar mano de mi característica rebeldía, es
la única que me puede ayudar.
No pienso
abandonar a mi familia tan pronto, mis hijos no pueden quedarse sin madre aún.
Los utilizaré como mi gran excusa para salir de ésta situación.
Dos años han
pasado, han sido duros, muy duros y aunque en tres ocasiones creí que no
aguantaría tanto dolor, a día de hoy continúo aquí.
Al final he
conseguido que se fueran al cuerno las estadísticas y el tumor.
Gracias a
todos por acompañarme.
Paula Cruz Gutiérrez.
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