Todos y cada uno de nosotros en
un momento dado de nuestra vida, deberíamos sentarnos y pensar si vamos por el
camino adecuado. Si somos felices, sin duda alguna nuestro camino será el
correcto.
Pero si no lo somos, tendríamos
que buscar en nuestro interior ese poder escondido que todos tenemos y ser
capaces de buscar otro camino que sí nos lleve a la felicidad. Es cierto, que
no es fácil ni rápido, pero al final merece la pena arriesgarse.
Existen otras ocasiones en las
que como no somos capaces de tomar una decisión, porque muchas veces ni somos
conscientes de que debemos tomarla, es el cuerpo el que decide por nosotros.
Entonces llega la catástrofe en
forma de enfermedad y ya no hay escapatoria. Decidir cambiar entonces, se
convierte en una cuestión de vida o muerte.
Ahora que todo ha pasado, que
he conseguido que la enfermedad desaparezca, no quiero parecer presuntuosa.
Pero para mí, el cáncer ha sido una experiencia tan brutal en todos los
aspectos, a nivel físico, emocional y espiritual, que ha supuesto la mayor enseñanza de vida que he tenido.
Una lección a marchas forzadas, sin pausa, con miedo al principio, pero con convicción desde el principio de cual quería que fuese el final.
Ahora que todo ha pasado, que he conseguido curarme, y aunque os pueda sonar pretencioso, os diré, que si volviera a nacer elegiría volver a pasar por la misma experiencia, por todo lo que me ha aportado y me ha enseñado.
He resurgido de mis propias cenizas y eso es algo que muy pocas personas han conseguido.
Estoy orgullosa de mí misma y de todos los que me habéis ayudado a conseguirlo.
Agradecida al cáncer y a la vida.
Agradecida al cáncer y a la vida.
Os envío todo mi amor.
Paula Cruz Gutiérrez.