sábado, 7 de septiembre de 2019

DaNieL y DaNieLa.



La historia que hoy nos ocupa es la de Daniel y Daniela.

Ambos nacieron cronológicamente muy cerca, en la misma ciudad pero en familias distintas.

Daniela fue una niña esperada, desde el primer momento se convirtió en los ojitos de su padre. Ambos progenitores amaban a su hija, la apoyaba e intentaron siempre que inculcarle que debía preocuparse no sólo por ella, sino también por los demás.

La joven tuvo una infancia feliz. Acabó como pudo sus estudios de secundaria y al terminar tomó una decisión. Habló con sus padres y estos sabedores de que su hija no había nacido para ir a la universalidad, aceptaron la proposición: estudiaría un módulo de Secretariado para incorporarse a trabajar después. Y así empezó una nueva etapa. Siempre agradecida por los padres que le habían tocado en suerte.

Muy al contrario, Daniel no fue un niño esperado. El cuarto de cuatro hermanos varones, su madre lo parió a desgana. Otra vez se quedaba con el capricho de tener una hija.

Con unos padres de mentalidad cerrada y férrea, el niño fue creciendo solo, era soñador e inquieto y no le gustaba jugar con sus hermanos mayores. Nunca recibió un beso de sus padres , ni unas palabras de ánimo y si más de una bofetada por no cumplir las normas. Aquella terquedad y la lucha fratricida que mantuvo durante años con sus padres, hicieron que se forjarse en él un carácter inconformista y combativo.

Al alcanzar la madurez, decidió que debía liberarse de todo aquel dolor acumulado y tras un un gran trabajo interior, consiguió perdonar. No lo hizo por sus padres, ellos le daban igual, fue un acto de egoísmo hacia sí mismo, porque necesitaba encontrar cierta paz interior. Aunque tenía claro nunca se le olvidaría todo lo ocurrido.

Tras pasar el tiempo y trabajar mucho con su niño interior, en el fondo de su corazón surgió cierto agradecimiento, porque gracias a todo lo que le había ocurrido, se había convertido en la persona fuerte que era hoy.

Conclusión, no siempre las cosas ni las personas son como deseamos, pero siempre nos son útiles.  



                                                                        Paula CRuz Gutiérrez.