viernes, 31 de mayo de 2019

PRoNoSTiCo ViDa.




Patricia está sentada en la sala un tanto intranquila, mientras espera que su nombre salga anunciado en la pantalla. La mira con desconfianza, como queriendo ver su nombre escrito, pero a la vez, con ganas de salir corriendo sin saber muy bien hacia dónde ir. Es un quiero pero no puedo, una incertidumbre que le oprime el pecho.

Cerca de las diez de la mañana el ordenador decide que ha llegado su turno. Se levanta despacio, dubitativa y se dirige hacia la sala 2.

Una vez en la puerta agarra con fuerza el pomo y lo gira con firmeza. Tras ella, aparece el doctor sentado en su mesa,  la mira con una sonrisa y le invita a sentarse. Ella entra despacio y se sienta en la silla frente al doctor. Si su bolso pudiera hablar, le diría que dejase de axfixiarlo.

El especialista la saluda e inmediatamente comienza a relatarle los resultados de todas  las pruebas, todo lo que le ocurre. Le diagnostica la enfermedad que padece, que es grave y continúa contándole todo cuando le espera a partir de ese momento. Ella va intentando procesar todo aquel río de información, pero eso sí, de una manera mucho más lenta de la que el doctor le va hablando. Hace rato que perdió el hilo ensimismada en sus propios miedos. Por eso, al acabar la entrevista tan sólo ha conseguido enterarse de la mitad de la conversación.

De vuelta a casa, va procesando poco a poco el torrente de información que acaba de recibir. Conduce con el ceño fruncido y una fuerte losa sobre los hombros.

Difícil no sentirse víctima del Diagnóstico, pero más difícil aún no sucumbir al Pronóstico. Porque si es complicado aceptar que uno tiene una enfermedad grave, más lo es, digerir que te queda poco tiempo de vida. Siempre claro está, bajo la atenta mirada de las estadísticas médicas. 

Pero Patricia decide que aunque no le guste tener esa grave enfermedad que el diagnóstico le indica, no está dispuesta a sucumbir a ese pronóstico nefasto y cercano. Entiende que los facultativos tienen que apoyarse en sus datos estadísticos, pero que no es necesario que todos los enfermos los cumplan a rajatabla.

Y así, se pone manos a la obra para desafiar a todos, incluida ella misma.


                                                                     Paula CRuZ Gutiérrez.









martes, 28 de mayo de 2019

Un QuiJoTe eN La CiuDaD.


Mientras espero a que el semáforo se ponga verde algo llama mi atención. Al mirar detenidamente a mi derecha me doy cuenta de que es un señor mayor. Viste una gabardina negra con sombrero a juego y se apoya con fuerza sobre un bastón. Por su rostro, me parece adivinar que debe rondar los ochenta y cinco años.

Camina con gran dificultad hasta llegar al paso de peatones. Se ve claramente que tiene paralizado el lado izquierdo, el brazo le cuelga sin fuerza y tiene dificultad para flexionar la pierna, cayendo todo su peso sobre su lado derecho.

Entonces sonrío y le felicito mentalmente por atreverse a salir a la calle a pesar de sus fuertes limitaciones. No sé si habrá salido por voluntad propia o porque no ha tenido más remedio, pero en el fondo, ese pequeño detalle me da igual. Lo importante es que lo ha hecho. Caminar por la ciudad no es una tarea fácil, siempre hay gente con prisas, baldosas levantadas o cacas de perro que esquivar. Y si además eres mayor o tienes una minusvalía la cosa se complica mucho más, es como ir a la guerra. Pero sin duda alguna, a este señor todo eso no le amedentra lo suficiente como para no salir de su casa.

No hay nada que pueda impedir alcanzar nuestros objetivos si realmente lo deseamos. En muchas ocasiones es cierto que tenemos limitaciones físicas que nos dificultan la tarea, pero otras veces no es así. Nuestra mente está programada para boicotearnos y hacernos creer que tenemos unas limitaciones que en realidad no existen y así nos engaña. Porque es mucho más fácil creerse su discurso que contrariarlo. Siempre es más cómodo quedarse quieto en tu área de confort que ponerte a mover ficha sin saber cual será el resultado final. Por eso, nos creamos nosotros mismos nuestros propios limites.

Nuestra voluntad por mejorar es lo que nos da la energía necesaria y nos guía en el camino. Es cierto que ese camino puede estar plagado de rosas o de minas, pero también es cierto, que debemos continuar mirando hacia el futuro y no quedarnos estancados pensando en el pasado que ya no está y que indiscutiblemente no va a volver.

Un futuro mejor nos espera a la vuelta de la esquina, tan sólo es necesario atreverse a cruzar la calle.

domingo, 26 de mayo de 2019

Imaginaos.

      Hace muchos años un sabio dijo que los locos son los más cuerdos. Porque gracias a esos locos el mundo se mueve, evoluciona y cambia para mejorar. Artistas y científicos locos y visionarios incomprendidos a veces.



Soy incapaz de imaginar un mundo sin luz, sin color, sin letras o sin música.


¿Un mundo sin Música, Artes Plásticas o Literatura?

Imaginaos un mundo que te impida vibrar al escuchar las notas de una canción. Esa canción que todos tenemos y que es capaz de trasladarnos a la infancia o a cualquier otro momento feliz. Que nos hace mover el cuerpo de manera inconsciente siguiendo su compás. Que nos invita a soñar y nos evade de pensamientos poco agradables.

Sin lugar a dudas, la música se inventó para superar silencios incómodos y al mismo tiempo, para evitar vivir en un mundo lleno de ruino, sin sonidos armónicos que nos alegran el oído y nos suben el ánimo.

Imaginaos un mundo sin color, siempre en blanco y negro, sin cuadros, fotografías o esculturas que nos alegren la vista y nos transmitan alegría. ¡Qué fácil es quedarse ensimismado admirando una obra de arte que nos gusta! En ese momento parece que se detiene el tiempo.

Imaginaos si no pudiéramos leer un buen libro, disfrutar con su historia, con sus protagonistas. Introducirnos dentro de su trama y convertirnos en otros personajes por un tiempo. Utilizar nuestra imaginación para trasladarnos a otros mundos reales o ficticios, donde poder imaginarnos siendo caballeros, dragones o villanos.

Imaginaos si no existieran el cine ni el teatro y nuestra vida fuera siempre igual, anodina, lineal. Donde no hubiera espacios para ir a disfrutar viendo el trabajo de otras personas, donde reírnos, donde llorar, donde evadirnos.

Mejor, dejad de imaginaros todas estas cosas horribles y comenzad a disfrutar de todas ellas, porque eso implica  estar vivos y disfrutar de la vida. 


                                                                    Paula CRuz Gutiérrez.

domingo, 19 de mayo de 2019

Ser o no Ser FUERTE.





El ser humano tiende por defecto a etiquetar a sus semejantes, como si el acto de colgar sus congéneres fuese el deporte general apto para todos los públicos.

En este deporte existen varias categorías, asignadas por el siempre dedo observador del prójimo. Así encontraremos el individuo Fuerte, al Débil, al carismático.

A tenor del mismo criterio, las competiciones las ganarán siempre los individuos más fuertes, porque son según ellos los más luchadores.

Pero qué implica esa etiqueta de fuerza? Todo el mundo es consciente de lo que significa? Es fácil etiquetar y difícil cumplir las expectativa, porque todos los días no nos sentimos tan fuertes ni tan luchadores.

Ser fuerte implica batallar contra nuestros propios demonios y evitar en la medida de lo posible que nos gobiernen.

Para ser fuerte hay que tener uno motivo, igual que para levantarse cada mañana.  Un motivo individual y personal que cada uno ha de buscar. En mi caso os diré que mi principal motivo soy yo misma, que deseo seguir viviendo para continuar aprendiendo y cumpliendo  mis sueños. Y después en segundo lugar, se encuentra mi familia, tengo la intención de pasar el mayor tiempo posible con la gente que quiero. 

Ese motivo individual e intransferible es el motor de nuestra existencia, de dónde bebemos la energía necesaria para hacer frente a la vida.


                               Paula CRuZ Gutiérrez.

viernes, 10 de mayo de 2019

Hoy.

El sábado día cuatro celebramos una gran fiesta, acompañados por familiares y amigos. Acabamos el día agotados, pero rebosantes de felicidad, llenos de abrazos y de besos.

Este texto lo escribí el martes siguiente, justo antes de comenzar de nuevo con los ciclos de quimioterapia.



Hoy primer es el primer día del nuevo ciclo y de la nueva era. Del los nuevos fármacos de quimioterapia y de hacer frente al  cáncer otra vez.

Hoy comienza todo de nuevo.

Pero también es cierto que es un comienzo distinto, mucho mejor que el anterior. Físicamente me encuentro bien y psicológicamente también, lo que no implica que vengan días malos.

Pero hoy sé que aunque camino por la cuerda floja, piso con firmeza, arropada por toda la gente que me espera abajo, sujetando la red por si me caigo y han de recoger mis pedacitos. Con su apoyo transformado en pegamento, seremos capaces de volver a unir las piezas de mi puzzle. Unas piezas que aveces son tan diminutas que se cuelan por los huecos de la red.

Un puzzle roto y recompuesto en demasiadas ocasiones y que cada vez que se recompone, dista mucho de parecerse a la versión anterior. Pero así es la vida, una concatenación de acontecimientos que hay que ir hilvanando con sumo cuidado, para que el tejido resista nuevos pespuntes y el hilo no lo desgarre. Un zurcir continuo en busca de arreglar los rotos que la vida nos va regalado.

Un camino difícil que hemos de ir transitando con pies de plomo y con alas de ángel.


                                                                     Paula CRuZ Gutiérrez.

lunes, 6 de mayo de 2019

La Orquídea.




Hace dos meses mi amigo falleció a causa de un tumor cerebral, hecho que me constriño y afectó profundamente. Durante veinticinco años había tenido una floristería preciosa, que tuvo que traspasar el año pasado, a causa de su enfermedad.

El me conocía bien y sabía que una de mis flores preferidas es la orquídea, por eso cuando nos casamos por lo civil Julián y yo, se presentó en casa con una caja llena de unas espectaculares orquídeas que había encargado ex profeso para la ocasión. Con ellas nos decoró toda la casa.

Dos años antes, en unas vacaciones en Portugal, mientras paseábamos por las calles de Ovidos, una mariposa enorme y preciosa se posó en su mano, parecía encontrarse tan a gusto allí, que permaneció tanto tiempo como para permitirme sacar la cámara de fotos y fotografiarlos a los dos tranquilamente. Hoy esa fotografía continúa colgada en nuestro salón.

Nunca le hablé de que habíamos pensado volver a casarnos y de la fiesta que estábamos organizando, ni siquiera de mi deseo de que él fuera mi padrino, porque ya no se encontraba bien. Falleció sin saber que me casaba de nuevo.

Un día antes de la boda, una amiga de mi madre me trajo como regalo una orquídea con dos ramas enormes de flores blancas. Venía acompañada por una mariposa amarilla.


Hasta aquí todo podría parecer normal. Recogí la orquídea de casa de mi madre y la llevé a la nuestra, allí la dejé sobre la mesa del corredor frente al gran ventanal. No fue hasta un rato después, cuando volví a pasar por delante de ella, cuando vi el nombre de la floristería que figuraba en la etiqueta. Enmudecí, me llevé la mano a la boca y comencé a llorar desconsoladamente. Había descubierto quién me la enviaba en realidad. Es fácil que haya cientos de floristerías en Madrid, pero aquella orquídea con su mariposa habían sido compradas en la floristería de mi amigo.


Entonces comprendí que Isi había utilizado a Conchita como emisaria para hacerme llegar su mensaje. Este no era otro que tranquilizarme y decirme que estaba a mi lado y que siempre lo estaría, aunque físicamente no pudiera estar junto a mí.

Ahora que ha vuelto el cáncer y que mañana comienzo con la quimio de nuevo, su presencia me consuela y me da la fuerza  necesaria para continuar.

No importa que ya no pueda ver su rostro ni escuchar su voz, porque en mi corazón sigo sintiendo todo su amor.



                                                                      Paula CRuz Gutiérrez.