miércoles, 30 de diciembre de 2020

Su Mejor Regalo.


Se levantó alegre, porque por fin, sabía el regalo que le pediría a Papá Noel. 

Llevaba unos días pensando y no conseguía llegar a ninguna conclusión. Buscaba algo especial, porque ya estaba cansada de que todos los años le trajera regalos materiales. No necesitaba nada en especial, al contrario, en casa tenía acumuladas demasiadas cosas innecesarias. 

¡Este año le pediría un frasquito de polvos mágicos de la aurora boreal! 

Esas auroras que embellecen las noches de invierno en Laponia. Deseaba los mismos polvitos que Santa Claus le echaba a su trineo, para que pudiera volar y poder repartir en una sola noche todos los regalos. 

Se imaginaba depositando una pequeña cantidad de aquel polvo iridiscente sobre su mano, cómo la luz del sol se reflejaba en él y brillaba con infinitos colores brillantes, irradiando su luz por toda la estancia. Y después, tenía pensado soplarlos al viento desde su venta, esperaba que volando, volando se repartieran por toda la ciudad y llevaran consigo felicidad y alegría a todos sus habitantes. 

Una vez tuviera en su poder aquel frasquito maravilloso, lo guardaría como un tesoro en un pequeño bolsillo dentro de su bolso preferido. Irían con ella allí dónde ella fuera y así, poder ir repartiéndolos sobre la mayor cantidad posible de personas y de hogares. 

Feliz Año Nuevo a todos y que la autora boreal ilumine vuestras vidas y la de vuestros seres queridos. 


                                

                                      Paula CRuZ Gutiérrez. 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los Culpables.

 Sabíamos que el asunto era complicado, pero no imaginábamos cuanto. A priori podríamos sospechar que hubiera un culpable ¿pero dos?
Hace casi dos meses me hicieron un estudio genético, el doctor me dijo que intentaría conseguir la mayor cantidad de información posible. Así ha sido. 

El estudio ha revelado que tengo dos mutaciones en dos cromosomas. Estas mutaciones son las responsables de que mi organismo sea incapaz de hacer frente a las células tumorales. En especial son las responsables del cáncer de mama, de ovario y de próstata, lo que no quita, que podamos desarrollar cualquier tipo de cáncer.

Pero no queda ahí la cosa, porque además, es una cuestión hereditaria. Mis ancestros me lo transmitieron con todo su amor y yo he tenido la "gran fortuna" de heredarlas y que además, el cáncer se me haya desarrollado de pleno. 

Indagando, indagando he rastreado la enfermedad hasta una bisabuela paterna, la que fuera madre de mi abuelo Luis. El apellido Jiménez es el transmisor.

¿Y qué solución hay?. Ninguna.

Una persona puede heredar las mutaciones y se por tanto portadora, pero no desarrollar la enfermedad, pero sí transmitirla a sus descendientes y que sean ellos los que enfermen. Si tienes un progenitor con estos genes "defectuosos" las posibilidades de heredarlos son del cincuenta por ciento. Una vez en tu ADN, tienes el mismo porcentaje de desarrollar un cáncer. 

Una mujer que es portadora de esta mutación, tiene siete veces más posibilidades de padecer un cáncer, que otra que no es portadora.

La semana pasada el doctor, un señor amabilísimo y muy educado, me ha ido contando de manera pormenorizada todos los detalles del estudio y de sus resultados.

Lo único positivo de esta historia, es que la nueva medicación que me están administrando ahora, funciona mucho mejor si existen las dichosas mutaciones. 

Antes de salir de la consulta el doctor me ha dado las gracias por mi ánimo. Me ha comentado que con mi actitud le he aportado un poco de ánimo, cosa que habitualmente no le ocurre en la consulta. Me ha dicho que llevaba una mañana de locos. Hay días en los que sin buscarlo, nos convertimos en la luz de alguien, otros días sucede precisamente al contrario. Le he dado las gracias junto con una sonrisa y mis mejores deseos para el año próximo. Se ha emocionado y solo le ha faltado darme dos besos. 

Me vuelvo a casa feliz, porque siempre hay gente buena que te ayuda cuando más lo necesitas. 


                                                                     Paula CRuZ Gutiérrez. 

jueves, 17 de diciembre de 2020

La Estrella de Navidad.

 




Aquella noche, como venía ocurriendo desde hace millones de años, la estrella más bonita del firmamento hizo su aparición. Era ciertamente inaudito, que una estrella de tamaño tan reducido pudiese brillar con tanta intensidad y esplendor. La llamaban la Reina del Universo y su luz irradiaba al planeta Tierra cada noche.

Desde tiempos inmemoriales había servido de lucero a viajeros y exploradores.

Oscar vivía en una residencia y compartía habitación con su hermana dos años más joven que él. Cuando la niña se dormía, él le gustaba mirar por la ventana aquella pequeña estrella de luz blanca como la nieve. Imaginaba cómo sería viajar hasta ella y que la vida allí era mucho más feliz que en su planeta.

Una noche  mientras observaba al astro, le preguntó:

-- Estrellita mágica, tú que todo lo ves desde allí arriba, ¿me ves a mí también?

De repente una enorme bola de luz se le acercó inundando su habitación con destellos multicolores y le dijo:

-- Claro Oscar, por supuesto que te veo. ¿Qué te ocurre? ¿Por qué estas triste?

-- ¿Oh estrellita! ¿Tú crees que esta Navidad se cumplirá mi deseo?

-- El universo sabe lo que deseas y está trabajando en ello, seguro que en un futuro no muy lejano se cumplirán tus anhelos.

-- Pero estrella, ¡llevo mucho tiempo pidiendo lo mismo y nunca llega!

Así fue como el cuerpo celeste y el niño se hicieron amigos y cada día al caer la noche hablaban y se contaban sus secretos.

Al niño le gustaba hablar con ella porque le aportaba tranquilidad, y los temores que le acechaban desaparecían. A ella le permitía sentirse útil, dándole consuelo y pequeños consejos a su joven amigo.

Ella le enseño a él a tener paciencia y él le enseñó a ella a sonreír.

Llegó el mes de diciembre y pasó volando, al finalizar el mes, el niño decidió bautizarla con el nombre de Estrella de la Navidad, a ella le encantó.

Un año más, Oscar volvió a pedir a los Reyes Magos que le concedieran su deseo. Y se entristeció mucho cuando al amanecer de aquél día, descubrió  que no se había cumplido.

Triste y abatido lo encontró su monitor cuando fue a buscarlos para acompañarlos al salón. Allí les esperaban una pareja de mediana edad, la señora se acercó a ellos y con voz quebrada les dijeron:

--Buenos días niños, a partir de hoy nos gustaría ser vuestros papás si vosotros aceptáis.

Oscar se pudo eufórico. ¡Por fin su deseo se había cumplido!


                                                                    Paula CRuZ Gutiérrez.


viernes, 4 de diciembre de 2020

Hoy.


Hoy me ha tocado venir de nuevo al hospital, he de recoger los resultados del TAC que me hice la semana pasada. 

El único asiento libre que hay en la sala de espera está situado frente a la puerta de entrada. Me dirijo a él y tomo siento a la espera de que llegue mi turno, es un sillón cómodo que me permite descansar. 

Entonces me quedo como hipnotizada por la puerta automática y me pongo a pensar cuantas veces habré cruzado ese umbral en los últimos años. En muchas ocasiones han sido varios días por semana. He pasado aquí incontables horas, transcurridas entre esperas, consultas, tratamientos, analíticas y un sin fin de pruebas de todo tipo. 

Hoy como en tantas otras ocasiones espero noticias, estoy un tanto impaciente, porque ya conozco los resultados y no son los esperados. El doctor me dirá qué opina y así sabré qué hay que hacer ahora. 

Por otro lado, estoy un poco nerviosa porque hoy es mi último día entre estas paredes, mi ciclo en este hospital ha terminado. Han sido cuatro largos años a ratos alegres, otros difíciles, pero siempre rodeada por un equipo humano que me ha ayudado a llegar dónde estoy hoy. Me voy llena de cariño y de agradecimiento. 

Mañana comienzo ciclo nuevo en un macro hospital, con tratamiento nuevo. Habré de acostumbrarme a caras y rutinas nuevas, así como a otrotipi de medicamentos. 

No voy a negar que el ánimo me falla hoy, pero esto es lo que tiene ir subida en la montaña rusa. Tan pronto estás arriba cómo que estás abajo. Y todo pasa tan rápido que no eres capaz de reaccionar.

Aquí todos me conocen, al nuevo hospital voy sola, rodeada de mucha gente, pero nadie conocido.

Intentaré afrontarlo con la misma entereza que hasta ahora y el día que el ánimo me falle, habrá que esperar a que al día siguiente me suba. 


                   Paula CRuZ Gutiérrez.