sábado, 30 de diciembre de 2017

Feliz 2018.



Ahora sí que sí, queda poco tiempo para que acabe el 2017 y comencemos a recorrer el camino del 2018.

Creo que todos compartimos la sensación de dejar atrás parte de nuestra vida. Porque aunque un año se nos antoje corto, son muchas las vivencias que caben en él.


Dejamos atrás, buenos y malos momentos, unos ratos que nos han hecho reflexionar y otros que han pasado inadvertidos. En todo caso, han sido lecciones de vida que cada uno tomará como quiera.


Deseo daros las gracias, por acompañarme durante éste último año en el que la vida tanto me ha cambiado. Han sido 365 días de aprendizaje forzoso y estoy muy contenta de los logros que he conseguido.


Gracias por vuestra compañía, por vuestro apoyo. Sin todos los que me habéis acompañando nada hubiese sido lo mismo.


Gracias a la escritura y con ella al blog, porque no hubiese podido encontrar mejor terapia.


Os deseo de todo corazón, que el próximo año os traiga todo aquello que anhelais y si la vida os manda alguna mala pasada, que tengáis fuerza y sabiduría para aceptarla.


Feliz 2018 a todos y que la fuerza nos acompañe.


Un millón de besos.

                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Mi Navidad en la uci.


    Un día tal como hoy hace un año, en la misma cama del hospital se producían dos batallas muy distintas.

     Por un lado, estaban los equipos médicos y de enfermería luchando por encontrar el antibiótico que me sacase del paro multiorgánico que sufría debido a la peritonitis. El fallo renal había provocado que mi cuerpo estuviese hinchado a causa de los fluidos y el único órgano que seguía funcionando era el corazón. Como pocas personas sobreviven a ésta situación, los médicos le comunicaron a mis familiares que era cuestión de horas que yo falleciera.


   Pero hubo suerte y tras recibir el cultivo que esperaban dieron con el ansiado antibiótico, lo que me hizo remontar.


   Por otro lado me encontraba yo, totalmente ajena a todo lo que ocurría a mi alrededor porque mi mente libraba su propia batalla. En el mismo momento en el que entré en la uci, mi mente empezó a funcionar de manera automática debido a la cirugía y a la fuerte medicación que me estaban administrando. 


   Mi odisea particular comienza así: "Es la noche de nochebuena y he desaparecido, cuando mi familia vea que no voy a cenar comenzarán a buscarme..."

  Durante todo el tiempo que estuve sedada  e incluso algunos días después de haberme despertado, seguí con mis pesadillas. Sin saber cómo había terminado la noche de nochebuena en una clínica clandestina donde experimentaban con antibióticos. Todo aquel que entraba ya no salía. Cuando me retiraron la sedación y me desperté yo no me enteré, porque yo nunca fui consciente ha estar dormida. Esa semana dio la casualidad de que fue una semana nefasta en la uci, cada día fallecían uno o dos personas y como yo no sabía dónde estaba, seguía pensando que estaba en la otra clínica) todo mi afán era salir de allí, por eso cuando llegaba mi familia yo sólo quería que me llevasen a casa. Tan sólo veía morir a gente y yo no quería ser uno de ellos. 

  Aunque no me moviera de mi cama en aquella sala, tuve la sensación de haber estado en varios lugares distintos, primero en una casa baja del centro de Madrid, después en un local amplio  de techos muy altos, donde estaban colocadas las camas, a continuación en una especie de carpa, luego en la misma sala que estaba pero decorada como si fuese una selva tropical. Otro día la sala se había convertido en la planta baja de una vivienda y como no había sitio, mi cama estaba en el pasillo que daba a la cochera y el último que recuerdo es estar en una sala decorada como si fuese el interior de un tren.

   Tuve compañeros adultos y niños, incluso bebés a los que una enfermera les daba el biberón y los duchaba en el box al lado del mio. Aunque todo ésto no fuese posible porque estaba en una uci sólo de adultos.

   Hay gente que opina que cuando un enfermo está sedado no se entera de nada, no estoy de acuerdo. Yo nunca había visto a los miembros de la uci y muchos de sus rostros formaron parte de mis pesadillas, al menos uno de los médicos, dos enfermeras y tres enfermeros.

   Fueron episodios terroríficos para mí, que me alteraban y me hacían luchar por salir de aquella situación y volver a casa.

   En fín, afortunadamente ya pasó todo y ha transcurrido ya casi un año desde que volví a casa.

    Este año la navidad está siendo completamente diferente.


                                                                                                                                                                                      Paula Cruz Gutiérrez.





domingo, 24 de diciembre de 2017

DeSeo.



Desde éste que es mi escondite, mi hogar, desde ésta mi casa en un lugar de la mancha profunda, bajo el cobijo de los molinos de viento y la memoria de don Quijote. Deseo que tengáis unas felices fiestas. 

Deseo que las disfrutéis allá donde queráis estar y junto a las personas que realmente deseéis estar. 

Deseo que no os sintáis obligados a hacer cosas que no os apetezcan y que no hagáis nada "por el qué dirán".

Deseo que sepáis decir que no cuando alguien os proponga algo que no os guste no no os apetezca.

No es fácil estar a todas horas feliz cómo exigen los cánones sociales en ésta época del año. No todos tenemos el ánimo suficiente para permanecer felices continuamente, por mucho que nos digan que es Navidad.

Parece que si no te gustan estas fechas o si por cualquier motivo no eres capaz de estar feliz todo el día eres un bicho raro. Pues bien, declaro ser un Bicho Raro. 

Deseo dar ánimo a todas aquellas personas que están solas, que están enfermas o que atraviesan alguna situación complicada. Esta época, como cualquier época del año podemos tomárnosla con buen agrado o no. Cada uno a de sentir el día a día tal y como mejor se adapte a su forma de ser y de ver el mundo.

Así pues, vivamos éstos días de navidad tal y como queramos, sin sentirnos obligados a dar más de lo que deseamos.

Felices y tranquilas fiestas. 

Que el próximo año venga cargado de abundancia para todos. 

Que la salud, el amor, la amistad y la familia colmen todas nuestras necesidades.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.


viernes, 22 de diciembre de 2017

SuPeRNeNaS.


El domingo nos reunimos para comer cerca de sesenta mujeres  y un hombre afectados de cáncer. Eramos una parte del colectivo que compone las "Supernenas".

Un rato muy agradable compartido con un montón de personas en la misma situación. Todas hemos vivido la misma experiencia, aunque cada una la haya afrontado a su manera. Una misma experiencia y mil formas diferentes de afrontarla.

Juntas hemos celebrado que seguimos vivas y que la vida continúa. Unas iban con pelo, otras sin él, unas curadas y otras en el camino de lograrlo. Pero todas compartiendo la misma esperanza de dejar atrás ésta enfermedad llamada cáncer.

Ha sido un rato para conocernos mejor, saludarnos, besarnos y para reír. En el fondo no somos otra cosa que una gran familia de iguales, personas que te comprenden y te escuchan cuando lo necesitas.

Me hubiese gustado poder haber participado más, bailar y interaccionar con vosotras, pero aún tengo muy poca energía. De hecho, aunque estuve todo el tiempo sentada llegué agotada a casa.

Muchas gracias por vuestro apoyo, ya sabéis que contáis con el mío.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 19 de diciembre de 2017

DoS Diecinueve de Diciembre.


    "Cristo muerto sostenido por un ángel".                                                                                                              Desde hace casi treinta años éste es uno de mis cuadros preferidos, en éste momento de mi vida cobra pleno significado.                                                                                        Antonello de Messina en 1475 representó claramente cómo me he sentido durante todo éste último año.                                                           Porque mi Angel de la Guarda ha estado ahí acompañándome en todo momento.                                         

Un diecinueve de diciembre del año pasado ingresé en el quirófano, se suponía que sería la operación definitiva y yo tenía la esperanza de estar pocos días ingresada. Pero todo se complicó, acabé con mis huesos en la uci y los pocos días se convirtieron en muchos, demasiados. 

Ha pasado un año entre aquel diecinueve de diciembre y hoy. Un año duro, lleno de retos y de desafíos, de malos y buenos momentos, de tristezas y de alegrías. Un año en el que ha primado tanto el color negro como el blanco y en el que he intentando poner un poco de color para iluminar los días.

Ha sido un año difícil para la familia, cada uno a su nivel ha sufrido los estragos de ésta enfermedad que tanto me ha quitado y a la vez  me ha dado tanto.

Los días se han ido sucediendo, de manera eterna en unas ocasiones y de forma amable otros. Todos han ido dejando un recuerdo en mi memoria. Doce meses que me han traído desosiego y esperanza, llantos y risas, desánimos y ánimos. Un año que parecía no terminar y que a la vez se me ha pasado en un suspiro. ¿Y ahora cómo debo seguir y qué he de hacer con todo lo aprendido?. 

Hay días en los que dudo que mi intelecto esté cuerdo, me surgen dudas sobre si mi mente permanece lúcida o tal vez me encuentro en una suerte de desvarío mental que me lleva a sufrir alucinaciones. Pero por otro lado, pienso que nunca estuve tan cuerda como lo estoy ahora, que he aprovechado cada momento de éste último año para aprender cosas nuevas. Ideas que se han implantado en mi cerebro a fuego, un fuego que por momentos iba de manera lenta y otro hervía a borbotones.

He aprendido que es mejor no pensar en esos días en los que la mente amanece aletargada y el raciocinio se nubla por completo.

Esos días en los que el sueño y el cansancio se apoderan de ti y te da la impresión de que un enorme monstruo verde te han tragado. Un monstruo pegajoso que amenaza con dejarte atrapado en su estómago para siempre.

HOY 365 días después aquí estoy, un año más vieja, cien años más sabia y un millón de años más cuerda.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.



domingo, 17 de diciembre de 2017

La peque crece.


Hace unos días nuestra hija cumplió cinco años.

Parece mentira que hayan pasado cuatro años desde aquella mañana fría de invierno cuando fuimos a recogerla. Tuve que llamar por teléfono para decirles que era probable que llegásemos tarde porque nevaba mucho e íbamos despacio detrás de una máquina quitanieves.

Al final, conseguimos llegar a la hora acordada.

Cuando llegamos, allí estaba ella con sus dos moñitos y su cara traviesa. Fuimos durante tres días consecutivos para que nos conociera y por fin pudimos traerla a casa.

Ayer tuvo su primer examen de taekwondo, estaba radiante y nerviosa con su traje nuevo. Fuimos a verla mientras se examinaba y al terminar a pesar de ser de las más pequeñas, partió la tabla de un golpe seco. 

Ya no tiene los dos moñitos, pero sí la misma cara y los mismos hechos desde el día que llegó. Es inquieta por naturaleza, inteligencia pura, cabezota y cariñosa. Cuando la conocimos no soportaba que nadie la abrazase ni le diese un beso, ahora es ella la que viene a dárnoslos.

Nuestros hijos como es normal van creciendo y yo estoy contenta de ir viéndolo.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.




miércoles, 13 de diciembre de 2017

La CiuDaD.

Este texto lo escribí en el coche, el día 18 de octubre en medio de un atasco.


Hoy toca de nuevo venir al tratamiento. Hasta el mes de junio próximo he de seguir viniendo cada veintiún días.

Estamos entrando a Madrid, el cielo por fin ha decidido regalarnos lluvia y los accesos están colapsados. Avanzamos muy despacio, pero me encuentro tranquila, sé que llegaremos a tiempo al hospital.

Es un día gris, pero a mí me gusta, ha refrescado y ahora si parece que estamos en otoño.

Las nubes encapotan el cielo de la ciudad cubriéndolo de tonos grises y las puntas de los rascacielos rozan las nubes, como acariciando sus barrigas.

Una ciudad enorme que se despliega a ambos lados de la carretera.
Ciudad llena de vida, de gente, de coches y hoy de lluvia.

Ciudad en la que viví muchos años, en la que uno pasa inadvertido, es libre de ir y de venir. En la que siempre hay cosas que ver y qué hacer. Urbe que no duerme, que siempre permanece alerta. Que espera y te desespera. A la que puedes amar y odiar a la vez.

Esa ciudad en la que me gusta vivir y a la que prometo volver, de momento los fines de semana y después para siempre.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 5 de diciembre de 2017

EL PeRRo.


Desde muy pequeña me gustan los animales. Por alguna razón que desconozco siempre he sido abogada de causas difíciles y he tenido la necesidad de ayudar a animales desvalidos. Esto me llevó a adoptar perros, pájaros, peces o gatos. Hemos tenido mil y un animales. Ha habido épocas en las que nuestra casa parecía un zoológico y si no tenemos más es por falta de espacio. Me encantaría tener gallinas para no tener que comprar huevos.

Últimamente no sé muy bien porqué, siento la necesidad de coger otro perro. Ya tenemos uno de tamaño mediano-grande que lleva con nosotros ocho años. Pero ahora, se me ha metido en la cabeza traer otro de tamaño mini. He ido mirando en diferentes protectoras y me han gustado varios, pero al final, no me decidido a llamar a preguntar por ninguno. Porque por otro lado, pienso que ya tenemos un perro y que otro sólo nos dará más trabajo. Pero ésta auto excusa no termina de convencerme.

Dependiendo del día pienso una cosa u otra y al final no consigo ponerme de acuerdo conmigo misma. Lo que me genera cierta ansiedad por no ser capaz de decidirme.

Total, que así van pasando los días y yo sigo con mi rurun en la cabeza. Escuchando a una vocecilla que me dice que adelante y luego escuchando a otra que me dice que ni se me ocurra.

Al final, un día vi un perrillo en una protectora que me gustó, les envié un email para preguntarles por él, pero nunca contestaron.

Después vi otro en una protectora cerca de casa y volví a intentarlo. Esta vez si me respondieron y la persona que me contestó me envió una foto de otro perro que según ella se adaptaba mejor a nuestras necesidades. !Juro y perjuro que yo no pido un perro con glamour¡ Pero al verlo, no supe si reírme o llorar ¿Cómo demonios podía ser tan feo?. !!Socorro, si era cómo una rata electrocutada.¡¡.Que el universo me perdone por fijarme únicamente en el exterior y no en la belleza interior, pero es que no puedo. Seguro, que con una mano de champú y unos rulos queda niquelado, pero es taaaaaan feo.

En fin, que ahora se me han quitado las ganas.

                                                                                                                                                                                     Paula Cruz Gutiérrez.

lunes, 4 de diciembre de 2017

FeLiZ CuMPLeaÑoS.



Esta semana mi marido ha cumplido los años.

Este año lo hemos celebrado los cuatro juntos en casa. En años anteriores hemos comido acompañados, pero éste año nos apetecía celebrarlo con nuestros hijos.

Después de la escuela comimos tranquilos en casa y colocamos cuatro velas en unos pasteles que habíamos comprado. Nos los comimos contentos cantando el cumpleaños feliz, mientras brindábamos con sidra sin alcohol.

Mirando cómo los niños y mi marido cantaban y sonreían yo intentaba hacer alguna fotografía para inmortalizar el momento. Y en ése preciso momento, retrocedí  un año atrás. Como si una nave espacial me llevase a otro momento ya vivido, lleno de emoción, de esperanza y de incertidumbre. Cuando sí que celebramos los cumpleaños acompañados por más gente, mientras yo superaba los efectos secundarios de la quimioterapia y esperábamos a que llegara el día de entrar de nuevo al quirófano. Ajenos e ignorantes, sin ser conscientes de la que se nos avecinaba.

De repente sentí como si nuestra cocina fuese una cápsula del tiempo, en la que habitábamos los cuatro. Me invadió un inmenso sentimiento de estar en el lugar y en el momento adecuado, de estar en mi sitio. De no desear ir a ningún otro lugar fuera de aquellas cuatro paredes. Y entonces, mientras observaba a mi familia, surgió en mi interior un profundo sentimiento de agradecimiento. Por ver que mi marido no estaba viudo, que mis hijos seguían teniendo madre y que yo seguía aquí, a su lado. Terriblemente afortunada porque seguimos siendo una familia de cuatro miembros. Feliz porque a ratos puedo cuidar de ellos y otras veces son ellos, los que deben cuidar de mí.

Es indudable que si no hubiera sido así, que si yo hubiera muerto, ellos habrían celebrado de igual modo el cumpleaños, pero no creo que hubiese sido igual. 

Ahora después de todo lo acontecido durante éste año, celebramos cada día que seguimos adelante, celebramos mi recuperación, los cumpleaños y cualquier otra cosa que nos apetece. Celebramos la vida misma, con un plato de judías pintas y una copa de sidra. Puede que sean celebraciones discretas, sin grandes jolgorios ni mucha gente, ni con grandes menús, pero lo importante es que lo hacemos los cuatro juntos.

Y confieso que ahora que llegan las navidades me apetece celebrarlas de la misma manera. Perdernos los cuatro en algún lugar. No necesito nada más que un "fuerte abrazo en familia", como lo llaman mis hijos, cuando nos abrazamos los cuatro a la vez y nos apretamos fuerte fuerte.



                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.


sábado, 2 de diciembre de 2017

Feliz Fin de Semana.


Ya hace unos cuantos días que no escribo. 

La semana pasada me atacó la astenia otoñal y estuve la mayor parte del tiempo sin energía y constantemente adormecida. Por más que lo intentaba no era capaz de mantenerme espabilada.

Esta semana la cosa no ha mejorado mucho, el lunes tuve el ciclo, con lo que el martes pasé mal día. Después, como es costumbre cojo el catarro de turno. Aunque este tratamiento se supone que no afecta a mis defensas sí que debe hacerlo, porque tras su administración siempre me acatarro. 

Así pues, el frío ha venido acompañado por un malestar general que me afecta principalmente a la cabeza.

Aún así, esta mañana (en un momento de lucidez) he decidido teñirme una cresta de color violeta. Se supone que al éste frío polar que nos ataca hay que ponerle buena cara, aunque sea sin salir de casa. Ya saldré mañana un poco más.

Aún hay personas que piensan que la actitud no es importante, que mientras hagamos caso a los médicos y nos tomemos los medicamentos que nos prescriben da igual lo que pensemos o sintamos. Yo como ya sabéis, disiento completamente de estas opiniones, mi experiencia me ha demostrado que la mente ha de ir a la par con la medicina. Es la única manera de que los tratamientos den los resultados esperados.

Espero que tengáis todos un buen fin de semana, con dolores o sin ellos, pero siempre intentando estar lo más animados posibles.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

     
                   

miércoles, 29 de noviembre de 2017

uN CuRSo De eSCRiTuRa.






A partir de hoy comienza una nueva etapa. Hasta ahora mi método de escritura no era otro que ir contando lo que me iba ocurriendo de la manera más amena posible. 

Hoy me he inscrito en un curso on line de escritura creativa para aprender a escribir bien.

Lo cierto es que soy muchos los que me habéis dicho que porqué no escribo un libro con todos los textos. Y la verdad es que  me gustaría mucho hacerlo, pero no conozco a ningún editor que quiera publicarmelos. Se que está la opción de la autoedición, pero no me convence. No quiero costear yo la edición del libro y luego tener que llevarme los volúmenes a casa para su venta. Deseo encontrar un editor que me lo publique y se encargue posteriormente de su distribución.

Con éste curso espero aprender muchas cosas útiles para seguir escribiendo, aprender a escribir textos con calidad y que les gusten a los lectores, aunque ya sé que lo que escribo os gusta. Estoy convencida de que si uno quiere hacer alguna tarea bien, antes ha de prepararse y estudiar para ello.

Siempre me ha gustado escribir y en éste último año en el que la escritura se ha convertido en mi terapia, creo que ha llegado la hora de aprender más sobre el tema y hacerlo mejor.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Qué eS Lo MáS iMPoRTaNTe?




Alguien dijo una vez: "Intenta que lo más importante en tu vida, sea lo más importante".

Tras leerlo podemos pensar: pues vaya tontería. Pero si nos ponemos a pensar su verdadero significado, veremos que la frase aunque sencilla, tiene mucha más profundidad. 

Porque en ésta vida de locos que llevamos, en la que no nos sentamos ni nos relajamos nunca, en muchas ocasiones perdemos el norte. Perdemos la noción del tiempo y del espacio y olvidamos lo que realmente es importante para cada uno de nosotros.

Olvidamos dedicar tiempo de calidad a aquellas personas que nos importan y queremos. Pasar más tiempo con ellos y hacer cosas agradables, disfrutar de la compañía de nuestra familia y amigos, hacer comidas especiales sin necesidad de tener que celebrar nada, salvo que estamos vivos. Podemos salir a dar un paseo en su compañía o ir al cine. No hace falta hacer grandes cosas, lo esencial es hacerlas juntos.


En otras ocasiones, posponemos la realización de nuestros sueños y de todas aquellas cosas que nos gustan y distraen. Mientras pasan los años y por unas cosas o por otras nunca llegamos a realizarlas. Perdemos nuestro tiempo haciendo otras muchas cosas que no nos gustan por complacer a los demás.

Dejamos para después ese viaje que nos gustaría hacer con nuestra pareja, viaje que en muchas ocasiones nunca llegamos a realizar.

Entonces nos preguntamos: ¿Cómo he llegado hasta aquí?¿Cuando tomé la decisión equivocada para que todo me saliera mal?. En la vida no hay decisiones buenas ni malas, porque lo importante es aprender algo de ellas.

Si fuéramos conscientes de que nuestros familiares y amigos morirán al igual que nosotros mismos, no perderíamos el tiempo en tonterías. Aprovecharíamos el tiempo al máximo.

En la mayoría de los casos, no reaccionamos frente a ésta verdad hasta que nos ocurre algo verdaderamente grave. Algo que nos obliga a abrir los ojos y mirar de otra manera. Algo como una enfermedad grave o el fallecimiento de un ser cercano.

Qué bueno sería olvidar éste ritmo de locos que llamamos vida y aprender a vivirla de verdad.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.


         




jueves, 23 de noviembre de 2017

Mi MaMá TieNe CáNCeR.









Afrontar las cosas con la mayor normalidad posible es primordial.

No sobreproteger a nuestros hijos es necesario para que se conviertan en personas mentalmente sanas.

Esto último no implica que debamos dejar que se partan la cabeza, pero sí es cierto, que no pasa nada si se dan un golpe y los dejamos que se levanten solos. Tienen que aprender a caer y a levantarse sin que nosotros estemos allí en el papel de "salvadores".

Considero que si de pequeños nos les dejamos correr riesgos, asumirán que no correrlos es lo correcto y de mayores se comportarán de la misma forma.

Por suerte o por desgracia, según como lo interprete cada lector, una enfermedad grave en uno de los progenitores, obliga a los niños a madurar más deprisa. Comienzan a ver desde pequeños situaciones que tal vez no verían hasta que fueran mucho más mayores. 

Si a mi hijo alguien le pregunta qué le ocurre a su mamá, el responderá: pues mi mamá tiene cáncer. Contestará a la pregunta con la misma normalidad que quien contesta que su mamá tiene un catarro. Desde el principio de mi enfermedad, les hemos ido explicando lo que me ocurría, intentando en todo momento explicárselo con un vocabulario fácil que pudieran comprender.

Afortunadamente, mi hijo dentro de su inocencia, no asocia la palabra cáncer con muerte. Porque en éste caso yo no he fallecido.

La semana pasado tuve dos días muy malos, me sentía agotada. Mi cuerpo debía estar haciendo algún trabajo interior y destinaba toda su energía a curarse por dentro. De tal manera, que a mí físicamente no me quedaba energía.

El martes después de comer me eché la siesta para ver si descansaba. Cuando llegó mi hijo a despertarme me dí cuenta de que no podía moverme. Por más que lo intentaba, no podía mover las piernas ni los brazos de lo cansaba que estaba. Entonces, opté por decirle que le dijera a papá que no podía moverme y que llamara a la grúa. De ésta forma, él se fue contento a llamar deprisa a su padre. Yo podía haber optado por lamentarme porque no podía moverme y hacer un drama de todo aquello delante de él, sin embargo no quise. Cuando llegó mi marido me levantaron de la cama entre los dos entre risas y para él fue una cosa de lo más normal. Sin dramatismos ni victimismos.

Aunque los niños no han llegado a saber el alcance real de mi enfermedad, han sido conscientes en todo momento de que la cosas habían cambiado mucho. De que mamá necesitaba ayuda para poder hacer muchas cosas. Hay una enorme diferencia de ver a mamá siempre activa y de verla ahora durante tantos meses tumbada en el sofá. Ellos aunque sean pequeños saben que estoy enferma y me ofrecen su ayuda en todo momento.

Para mí eso es una grandisima satisfacción porque demuestra una cosa: todo lo que me quieren.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 21 de noviembre de 2017

ESTOY ENFERMO.



Estoy enfermo, me han diagnosticado un cáncer y ya me han operado. Parece que el diagnóstico es bueno, mejor realmente de lo que esperaba. 

Estoy contento, pero también  estoy asustado, muy asustado. Es un miedo que me atenaza el corazón y me nubla la razón. 

Desde que enfermé siempre estoy acompañado por mi mujer o por otro familiar. Están preocupados por mí.

Delante de los demás permanezco animado, sin dar signos de tristeza. Cada mañana ,me coloco esa máscara para no preocupar a los demás. No quiero que se preocupen más de lo necesario por mí. 

Se que su intención es ayudarme, pero si tuviera un ratito para estar yo solo, lloraría, lloraría como llora un niño por encontrarme en ésta situación. Lloraría sin consuelo por ponerme enfermo ahora, aunque se que en el fondo, tener cáncer nunca le viene bien a nadie.

Toda mi vida pasa ante mis ojos como un fotograma, la observo desde fuera como quien ve una película de la vida de otro. Pero tristemente me doy cuenta de que es mi propia vida la que aparece en la pantalla. 

Necesito huir, escapar de ésta situación, romper ésta máscara y librarme de tanto dolor. Volver a mi vida de antes. Cuando no conocía esta incertidumbre y éste miedo obsesivo que se han apoderado de mí.

Quiero pensar que ésta etapa pasará pronto, deseo levantarme por la mañana siendo más positivo. Pero me cuesta tanto...



                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 14 de noviembre de 2017

Yo No.

La semana pasada mientras realizaba una actividad fuera de casa me sucedió una cosa. Habían colocado varias carpas para hacer dicha actividad y al terminar, los trabajadores del ayuntamiento llegaron para retirarlas. Pues bien, mientras yo hablaba con una amiga, ellos procedieron a retirar la primera de las carpas; en ese momento en el que la quitaban y plegaban, mi mente retrocedió de manera inmediata e inconsciente a la UCI.

Aquella carpa dejó de ser una carpa para convertirse en el ataúd portátil de la UCI. 

Ya han pasado diez meses desde que salí, pero aún hay muchas cosas que mi inconsciente tiene guardadas.

Durante el mes que permanecí allí ingresada  me dio tiempo de ver muchas cosas. Unas buenas y otras no tan buenas, porque vi morir a mucha gente.

Cada vez que veía la bolsa negra y cómo de ella extraían el ataúd plegable de aluminio, sabía que alguien había fallecido.

Hoy he sido consciente de algo de lo que hasta ahora no me había dado cuenta. Allí en aquella sala grande donde todo se veía, cada muerte era una tragedia. Pero hoy me he percatado de lo que realmente supusieron esas muertes para mí. Fueron simple y llanamente una RATIFICACIÓN. Porque cada vez que alguien moría se afianzaba en mí la idea de que yo no iba a morir allí como ellos.

Convenciéndome de que iba a vivir pese a que todo estuviese en mi contra.

Mi objetivo era volver a casa con mis hijos y cada vez que se producía un deceso, en mi mente saltaba un resorte y una voz me decía "yo no voy morir"

Hoy, he entendido por fin su significado. Esas muertes han dejado de ser para mí un hecho desagradable, para convertirse en parte de mi sanación. He comprendido que sólo eran la manera en que la vida me obligaba a mantenerme firme en mi decisión. Que sólo eran una señal de que debía continuar. Que la función de esa voz era mantenerme alerta.

Hoy, me siento agradecida y un poco más ligera de equipaje.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.


domingo, 12 de noviembre de 2017

La MeNTe.



Cada vez estoy más convencida de dos cosas: que el poder de nuestra mente es ilimitado y que desgraciadamente el ser humano vive empanado, porque tan sólo utiliza una ínfima parte de ese gran poder.

Debería ser una asignatura obligatoria el que nos enseñaran a utilizar nuestro potencial mental, que junto con él, nos explicaran cómo aprender a pensar en positivo, en vez de enseñarnos a quejarnos y a ir de víctimas por la vida.

En éste último año, he sido consciente de que todo aquello que creamos en nuestra mente, se convierte en nuestra realidad. Que si agradecemos las cosas buenas que tenemos, nos vienen más cosas buenas por las que estar agradecidos. Por el contrario, si tan sólo vemos las cosas malas que nos rodean, la vida nos envía más de lo mismo para poder seguir quejándonos. Como se suele decir, es la pescadilla que se muerde la cola.

No hay personas fuertes y personas menos fuerte, tan sólo, personas que deciden aprender y personas que prefieren vivir estancadas. En el momento en el que decides tomar las riendas de tu vida para mejorarla, te llegan oportunidades para poder hacerlo. Nadie dijo que éste gran esfuerzo fuera fácil ni rápido. Como todo trabajo se necesita constancia y ánimo para hacerlo un poco mejor cada día, pero si eres consciente del premio que te espera al final, el camino se hace mucho más llevadero.

Desde el primer momento en que caí enferma abogué por mi recuperación, trabajé por ello con esmero y al final el premio ha sido recuperarme. Lo importante no es lo que los demás opinen, sino el resultado final. 

No pongo en duda que los tratamientos médicos sean eficaces, nada más lejos de la realidad, pero sí abogo porque el enfoque psicológico que tenemos influye en los resultados finales.

Creo que poco a poco deberíamos ir utilizando y sacando provecho de ese gran potencial que tenemos llamado Mente. Quizás por ello, somos los únicos animales en el planeta que tienen esa gran capacidad. Que olvidemos la "comodidad y la seguridad" que nos brinda el victimismo y comencemos a utilizar de manera útil nuestros pensamientos.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

viernes, 10 de noviembre de 2017

El devenir de los días.


El devenir de los días transcurre de forma diferente para todos. Cada uno de nosotros al comenzar la mañana tiene unos quehaceres. Con el transcurso del día los proyectos se van realizando, mezclándose a su vez, con las cosas que aparecen de manera imprevista.

A la hora de levantarnos todos tenemos ciertas ilusiones pensando cómo nos gustaría que transcurriera la jornada que va a comenzar. Y ese transcurrir de las cosas, dependerá mucho de cómo encaramos el día, del "pié con el que nos levantemos".

Afrontar el nuevo día con agrado y de manera positiva, es primordial para que las cosas nos salgan  medianamente bien. Ya sé que la vida no es perfecta, que hay días en los que nos cuesta mucho levantarnos o que los dolores se apoderan de nuestros huesos, pero no hay que perder el rumbo. Tenemos que saber que nuestro destino está cerca, que hemos de conducir nuestro velero de tal manera que lleguemos al otro lado vivos y satisfechos.

Creo que no debe haber nada peor que la sensación de saber que no has hecho todo lo que estaba en tu mano para resolver un problema. 

Que surjan problemas por el camino es normal, pero rendirse o darse por vencido no es factible.

Cada uno tenemos unas posibilidades, unos conocimientos y unas aptitudes, cada uno nos adaptamos a ellos e intentamos mejorarlos en lo que podemos.

Aceptar una situación es el primer paso para conseguir la victoria. Resignarse es sinónimo de rendición y no hacer nada, es a su vez, sinónimo de fracaso. Un fracaso absoluto que nos daña el alma.


                                                                     Paula Cruz Gutiérrez.



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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Un TAC, el Cáncer y Yo.


Hoy he conocido el resultado del TAC. En él, el radiólo indica que no hay nada destacable, que las manchas que se veían en el TAC anterior han desaparecido, ésto indica que mi cáncer y la metástasis ya se han ido.

Debería estar eufórica pero lo tenía tan asumido que no me ha sorprendido. Aunque he de confesar que he llorado al conocer la noticia, ha sido como quitarme una gran losa de encima.

Fui a hacérmelo tranquila, de buen humor y dando gracias porque todo estaba perfecto. He visualizado muchas veces ese TAC tan importante y fui sabiendo que todo saldría bien. 

Así pues, mi hígado, mis riñones, mis intestinos, mi vejiga, mi bazo, mi estómago, las paredes de mi cavidad abdominal, mi pulmón y mi pericardio están libres de la enfermedad.

Gracias al trabajo del personal médico y al trabajo ingente que he realizado y realizo con mi cabeza lo hemos conseguido. Durante éste último año, he "reseteado" mi mente por completo y ha sido mi salvación. 

Puede que tengamos problemas o que estemos pasando por una mala racha, pero si buscamos lo bueno nos será más fácil avanzar.

Ha sido un año muy difícil y complicado, pero de ésta experiencia sólo me quedo con todo lo bueno que he aprendido y con toda la gente buena que he conocido.


                                                                          Paula Cruz Gutiérrez.

martes, 7 de noviembre de 2017

Un día en el hospital no es un día cualquiera.


Si uno quiere tiene mil cosas por las que estar feliz. Millones de pequeños momentos que unidos conforman un día especial. Aunque el lugar donde se desarrolle ese día sea el hospital y venga cargado de cosas.

Hoy ha supuesto un madrugón para viajar a Madrid. Tenía programada una analítica, una radiografía, un TAC con dos contrastes, una consulta y el tratamiento correspondiente de cada veintiún días. Después vuelta a casa. 

La analítica y la radiología han salido bien y rápido. La chica que me ha hecho el TAC me ha dicho que me iba a sacar "guapa y limpia" y yo le he contestado con una sonrisa, que me parecía perfecto. Lo que peor llevo del TAC es tener que ir en ayunas, sin tan siquiera poder beber agua.

A la hora de la consulta, he tenido una conversación muy agradable y distendida con mi oncólogo, se ha ofrecido a ayudarme con un proyecto que tengo entre manos. Y con el equipo de enfermería de oncología más de lo mismo. El personal de la UCO es muy agradable y eso se agradece.

Después hemos ido a visitar al equipo de la UCI y se han alegrado mucho de verme, igual que yo a ellos. Les estoy muy agradecida, por haber luchado tanto por mí para sacarme adelante durante el mes que estuve allí ingresada.

Para celebrar el día nos hemos ido a comer al restaurante, yo me he comido una hamburguesa de pollo rica, rica. De regalo especial me he comprado el último cd de Bunbury.

Para terminar, vuelta al coche y vuelta a casa. Con la satisfacción de que todo ha ido bien y la tranquilidad que aporta tener el mejor equipo médico a mi disposición.

Lo mejor del día es volver a casa con una sonrisa en la cara.


                                                                                                               Paula Cruz Gutiérrez.




ESoS DoLoReS Que Me MaTaN.





Desde hace varios días, mi cuerpo arrastra un cansancio que no es normal (o tal vez sí). Mis ojos son incapaces de abrirse cuando suena el despertador por la mañana y he de levantarme para despertar a los niños. Así pasa, éstos dos últimos días han llegado de los últimos al colegio.

Pero ese cansancio que arrastro se acentuó mucho más ayer. Un cansancio demoledor que me impedía abrir los ojos y que me obligaba a caminar arrastrando los pies. No se si será cosa sólo de mi organismo o influirá algo el que por fin haya cambiado el tiempo. Pero lo cierto es que me duelen todos los huesos y cada una de mis articulaciones.

Mi baja energía se hace más notoria en compañía de mis hijos, porque mi energía al lado de la suya es nula. Su corta edad hace que sean incombustibles.

Hoy al levantarme, me he dado cuenta de que no podía caminar. No puedo flexionar la rodilla izquierda, el dolor es tan fuerte que me entran ganas de llorar. Me he tomado un calmante fuerte, pero aún así el dolor persiste y me he pasado la mayor parte del día en el sofá, incapaz de poder moverme. Mi día de hoy ha pasado con más pena que gloria.

Ha llegado la noche y lo único que espero es levantarme mañana mejor. Que éste dolor se vaya tan de improvisto como ha venido.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.




viernes, 3 de noviembre de 2017

Si NeCeSiTaS aPoYo BuSCaLo.



Se que todas las personas que tenemos a nuestro alrededor hacen un gran esfuerzo por entendernos. Pero es difícil saber lo que le ocurre al otro, si no estás en su misma situación. 

Por eso, es tan importante reunirnos con otras personas que tienen el mismo problema o enfermedad que nosotros. Si bien es cierto, que cada persona es un mundo y cada tratamiento otro, al final, los patrones entre nosotros son muy parecidos. Esto nos permite opinar sobre los síntomas de otros enfermos o que los otros opinen abiertamente sobre los nuestros. 

Entre nosotros es más fácil apoyarnos y darnos ánimos, al fin y al cabo, casi todos los enfermos de cáncer pasamos por los mismos tratamientos. En unos casos la quimioterapia es más fuerte o en otros lo es la radio. Pero aunque el número de sesiones oscile a favor de unos o de otros, los efectos secundarios son muy parecidos en todos los casos.

Hay días en los que el sol amanece nublado y nosotros con él. Esos días, lo mejor es buscar apoyo dentro de un grupo de enfermos que nos entienda y nos den los ánimos que necesitamos. Ellos mejor que nadie nos apoyarán para poder seguir nuestro duro camino.

Ese camino que amanece soleado muchos días y completamente nublado otros. Un camino complicado, que recorremos a grandes zancadas unos días, mientras que otros tan sólo alcanzamos a dar pequeños pasos.  

Siempre hay personas cerca dispuestas a ayudarnos, busquemos su apoyo cuando lo necesitemos, porque juntos es más fácil llegar un poco más lejos.

Yo pertenezco a dos colectivos, en ellos me apoyo unas veces  y animo a mis compañeros otras.


                                                                       Paula Cruz Gutiérrez.