miércoles, 12 de agosto de 2020

CoNTiNuaR.

 



Parece que el verano ha decidido dejar de lado el tórrido calor con el que nos fustigaba los días pasados, para darnos una tregua. 

El viento nos azota estos días como si alguien hubiese abierto una puerta y se hubiesen escapado todos los demonios que permanecían escondidos a la vuelta de la esquina. Hemos pasado del calor extremo, al desasosiego del viento azotando nuestras cabezas. Un viento que nos golpea tan fuerte como nuestros propios pensamientos. 

Los días van pasando mientras permanecemos expectantes en este verano atípico que nos ha tocado vivir. Para todos últimamente, es como si el mundo se hubiera tornado un lugar menos seguro, un lugar indeciso e inestable, cargado de cierta incertidumbre, que nos afecta de diferentes formas a unos y a otros. Siempre dependiendo de nuestra manera de ver las cosas. 

Es muy loable sentir cierto respeto frente a tanta inseguridad, pero no debemos permitir que el miedo se apodere de nosotros y nos atenace el cuerpo y el alma. Todos y cada uno, necesitamos un período de tiempo para aclimatarnos a los cambios, si bien es cierto, que últimamente hemos tenido muchos de esos cambios en poco tiempo. Pero aún así, todos seremos capaces de sobreponernos a esta situación y de poder continuar mirando siempre hacia delante. 

No dejéis que vuestra mente divague y se pierda en pensamientos negativos, en algún momento habremos de salir y continuar con nuestra vida, aunque no sea desde el mismo punto donde la dejamos cuando todo esto comenzó. 

Ser una persona optimista es un trabajo a tiempo completo, que es necesario aprender y practicar, máxime cuando lo único que nos rodea es desánimo y malas noticias. Ser optimista supone ir  contra corriente y no es fácil, pero si es nuestra elección de vida conseguiremos nuestro propósito. 

Recordad que todos los callejones tienen al menos una salida, aunque a veces parezca estar ocultar. 



                                                                         Paula CRuZ Gutiérrez.