Mostrando entradas con la etiqueta enfermedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta enfermedad. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de febrero de 2022

Aprender a perdonar

 -SE


Estoy en una etapa de mi vida que no me cuesta nada hablar de mi, 
hemos llegado a mitad del camino, como aquel que dice, 
y ya no hay mucho más que aprender podría decirme cualquiera; 
el tiempo de aprender ha pasado, yo ya fui a la escuela, 
y la vida ya me ha enseñado bastante.

Pero no dejo de sorprenderme a mí mismo con la ilusión de seguir aprendiendo, 
continuar variando el rumbo, porque el viento cambia 
o porque la corriente me obliga a replegar las velas.

Soy maestro, me gusta más que decir que soy profesor, aunque también, 
y en mi día a día la vida misma me sienta en el pupitre 
aquel de mi primera escuela 
para no dejar de aprender. 

Y no me gusta estar sentado, 
me gusta más aprender en pie, caminando 
como le pasa hoy a cualquier chicote, 
y sin embargo el empuje de la vida me vuelve a sentar, 
puesto que parece ser que para aprender 
hay que parar, sentarse, observar, abrir la mente y el corazón 
y dejarse empapar de la sabiduría de la vida, 
de la naturaleza misma y hasta de una enfermedad. 

El cuerpo es sabio y te dice cuando parar, 
y si no le haces caso pues te hace caer en la cuenta que vas a parar sí o sí.

Y, aunque parezca contradictorio, 
hasta de una enfermedad se puede aprender; 
aunque si soy sincero, me gustaría que no tuviera que ser así, 
y que nada ni nadie enfermaran. 

Tengo grandes maestros a mi alrededor 
que me ayudan a dar gracias, 
a pedir perdón, 
a perdonar 
y a decir miles de veces en el día: Te quiero.

Por mucho que te lo expliquen, 
y a todos nos ha pasado, 
cuando llega el momento nos sale nuestro no yo, 
que intenta disuadirnos de esta gran verdad. 
Somos uno y todos estamos unidos.

Recuerdo de mi etapa de formación en el seminario, 
en varias ocasiones vi, y en tantas otras utilicé, 
las diapositivas de EL POZO, 
donde la imagen era perfecta para explicarme. 

Todos somos como esos pozos con su brocal, 
y que al sentirnos vacíos intentamos llenar de múltiples cosas materiales, 
lo cual nos obliga a tener que llenarlo más y más, 
de infinidad de cosas, pero al mismo tiempo nos impide ser lo que un pozo tiene que ser.

Que algunos me diréis para qué sirve un pozo… 
pues hoy para bien poco, en nuestra urbanita cultura ; 
porque todos, o casi, tenemos un buen grifo en casa o varios, 
por donde tranquilamente sale el agua. 

Pero preguntádselo a los agricultores o a vuestros mayores: 
antiguamente tenían que ir desde bien pequeños 
a por agua al pozo para poder beber, cocinar o asearse. 

Y si el pozo estaba cegado, 
o había perdido la corriente de agua que lo alimentaba, 
pues eso que ya no servía y se caía a trozos. 

Pero si se mantenía limpio y sin tantos obstáculos, 
incluso a su alrededor podía verse un buen puñado de coloridas flores 
y una buena alfombra verde, sin necesidad del césped artificial que tan socorrido es. 

Claro está que todo eso necesitaba un descubrimiento, 
o aprendizaje como yo lo llamo, 
sentarse a observar para descubrir de dónde viene todo, 
cómo todos los pozos por debajo, están conectados 
y cómo el manantial no está tan lejos, 
allí en la montaña que se ve en el horizonte, 
aunque aquí todo sea llano, 
y pues bien desde allí surge el agua 
refrescante, purificadora que aclara y hacer fértil, nuestro baldío terreno.
Y alguno me dirá, si es que ha llegado hasta aquí, 
que para qué viene todo este cuento. 
Pues bien sólo eso, para dejar mi alma abierta 
de maestro y aprendiz, 
y compartir con vosotros lo que estos días aciagos, 
que me han hecho pararme, 
me ha hecho vislumbrar 
puesto que todavía me queda repasar la lección 
para interiorizar: 

Lo siento, perdón, gracias, te quiero.
@julianreligion

martes, 22 de junio de 2021

CUESTIÓNATE LA VIDA.



Hace mucho que no me enfrento a una hoja en blanco. En los últimos meses no he sido capaz de que las palabras vinieran a mí y mucho menos de tener la habilidad de plasmarlas en el papel. Las palabras y las frases, son como entes con vida propia, que un buen día deciden acompañarte o por el contrario, alejarse de ti. Pero cercanas o esquivas siempre nos acompañan.

Nací curiosa, buscando, aprendiendo y siempre intentando mejorar. El crecimiento personal y mi propio autoconocimiento han sido temas que me han atraído y en los que he profundizado más a raíz de la enfermedad. Sin duda alguna, esos conocimientos adquiridos me  son de gran ayuda en el día a día, aunque la paradoja resida, en que cuanto más aprendo más consciente soy de todo lo que me queda por aprender.

Es cierto que hay veces en los que la vida me puede, entonces desciendo a los infiernos y me cuesta mantener el tipo. Pero pasado un tiempo prudencial, consigo reunir las fuerzas suficientes para poder comenzar a ascender de nuevo por las paredes del pozo. Todos tenemos días buenos y otros menos buenos.

Es entonces, cuando vuelvo a cuestionarme las cosas y a buscar respuestas para todos mis interrogantes. En ocasiones las encuentro, en otras no, a veces incluso, encuentro respuestas inesperadas que me desconciertan. Pero no es motivo para dejar de hacerme preguntas.

Mi alma eligió recorrer un camino sinuoso, de búsqueda constante fuera y dentro de mí. A mi modo de entender, ésta es la única forma de seguir aprendiendo y seguir en la búsqueda de mi verdadero yo. Ese yo que todos tenemos escondido, un yo puro, sin ego, sin las limitaciones que nos ponemos o que nos imponen a diario. Un ser divino abundante y amoroso que cuida de nosotros mismos y nos ayuda a cuidar a los demás.

Buscad a vuestro verdadero yo, está escondido en algún rinconcito de vuestro interior. Plantearos qué es lo que deseáis hacer de verdad, qué sueños teníais de niños, cuales habéis cumplido y cuales se perdieron por el camino. Ser adulto y responsable no implica renunciar a todo lo que somos y queremos. No pospongáis para mañana el comenzar a ser felices, porque tan solo existe el aquí y ahora.

Vale la alegría encontrarlo.



                                                                        Paula CRuZ Gutierrez.


 

lunes, 4 de enero de 2021

ViViR.




Comenzamos año nuevo, y con él renovamos las ilustraciones  con la esperanza de que nuestras vidas mejoren. 

Estos días inevitablemente, vuelven a mí los mismos recuerdos, los de aquellos días en los que mi vida dio un vuelvo inesperado. 

Por estas fechas hace cuatro años me encontraba en un limbo desconocido, sedada y enganchada a un respirador. Me durmieron un 24 de diciembre y desperté un 6 de enero, sin saber dónde estaba ni qué había ocurrido. Mucho menos imaginaba la que se me avecinaba. 

Desde entonces ha habido muchos avances y otros tantos retrocesos. Aprendí a escribir y leer de nuevo, a caminar, a hablar, porque después de cuarenta y cinco días paradas, mis cuerdas vocales se habían oxidado. Comencé a hacer ganchillo y a coser muñecos de fieltro para mejorar la psicomotricidad de mis manos. Y tardé un año en volver a utilizar un cuchillo. Aún recuerdo la tarde en la que conseguí darle la vuelta a  una tortilla de patatas, salté de alegría porque no podía creermelo. 

Mientras por el camino, perdí memoria, fuerza física, mi preciada habilidad con las manos, mi trabajo, muchos de los conocimientos de años de estudio y muchísimos días. 

El cáncer no se quedó conforme y volvió dos veces, entonces tuve que volver de nuevo a la casilla de salida. A día de hoy convivo con él, esperando que se aburra y decida irse para siempre. 

Han sido muchos los viajes, los médicos, los tratamientos y los malos ratos. A cambio de todo esto encontré verdaderos amigos y mucho mucho cariño. 

Hubo momentos de agotamiento en los que tiré la toalla, pero con ayuda, conseguí sacar fuerzas de donde no había para continuar. Aún me sorprende cuanto puede aguantar el cuerpo humano. Mi cuerpo en este caso. 

Pienso que cada día es como un año nuevo, porque no sabemos lo que nos depara la vida, hacer planes a largo plazo, se ha vuelto un ejercicio poco útil.  

Superar todo lo bueno y lo malo es lo que tiene estar vivo. 


                                                                         Paula CRuZ Gutiérrez. 

lunes, 28 de diciembre de 2020

Los Culpables.

 Sabíamos que el asunto era complicado, pero no imaginábamos cuanto. A priori podríamos sospechar que hubiera un culpable ¿pero dos?
Hace casi dos meses me hicieron un estudio genético, el doctor me dijo que intentaría conseguir la mayor cantidad de información posible. Así ha sido. 

El estudio ha revelado que tengo dos mutaciones en dos cromosomas. Estas mutaciones son las responsables de que mi organismo sea incapaz de hacer frente a las células tumorales. En especial son las responsables del cáncer de mama, de ovario y de próstata, lo que no quita, que podamos desarrollar cualquier tipo de cáncer.

Pero no queda ahí la cosa, porque además, es una cuestión hereditaria. Mis ancestros me lo transmitieron con todo su amor y yo he tenido la "gran fortuna" de heredarlas y que además, el cáncer se me haya desarrollado de pleno. 

Indagando, indagando he rastreado la enfermedad hasta una bisabuela paterna, la que fuera madre de mi abuelo Luis. El apellido Jiménez es el transmisor.

¿Y qué solución hay?. Ninguna.

Una persona puede heredar las mutaciones y se por tanto portadora, pero no desarrollar la enfermedad, pero sí transmitirla a sus descendientes y que sean ellos los que enfermen. Si tienes un progenitor con estos genes "defectuosos" las posibilidades de heredarlos son del cincuenta por ciento. Una vez en tu ADN, tienes el mismo porcentaje de desarrollar un cáncer. 

Una mujer que es portadora de esta mutación, tiene siete veces más posibilidades de padecer un cáncer, que otra que no es portadora.

La semana pasada el doctor, un señor amabilísimo y muy educado, me ha ido contando de manera pormenorizada todos los detalles del estudio y de sus resultados.

Lo único positivo de esta historia, es que la nueva medicación que me están administrando ahora, funciona mucho mejor si existen las dichosas mutaciones. 

Antes de salir de la consulta el doctor me ha dado las gracias por mi ánimo. Me ha comentado que con mi actitud le he aportado un poco de ánimo, cosa que habitualmente no le ocurre en la consulta. Me ha dicho que llevaba una mañana de locos. Hay días en los que sin buscarlo, nos convertimos en la luz de alguien, otros días sucede precisamente al contrario. Le he dado las gracias junto con una sonrisa y mis mejores deseos para el año próximo. Se ha emocionado y solo le ha faltado darme dos besos. 

Me vuelvo a casa feliz, porque siempre hay gente buena que te ayuda cuando más lo necesitas. 


                                                                     Paula CRuZ Gutiérrez. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

VoLVeMoS a La CaRReTeRa.




Me había propuesto  no escribir sobre la enfermedad, porque me parecía que ya me estaba poniendo pesada, y en ningún momento he querido serlo. Mis textos iban destinados a mi autoayuda por un lado, y por otro, a animar a quien lo pudiera necesitar . 

Pero hoy estoy de vuelta, al igual que mi amigo el cáncer. Esta mañana me han comunicado por tercera vez que vuelvo a tener varias manchas sospechosas. Cambia el continente, pero no el contenido. 

¿Porqué? Pues nadie lo sabe. Lo que está claro es que tendré que seguir de por vida con la medicación, a la espera de que los repuntes que vayan apareciendo sean fáciles de controlar.

Nuestra vida es así, vamos subidos en una montaña rusa y tan pronto estamos arriba, como corremos cuesta abajo y sin frenos. Hemos de acostumbrarnos a que el vértigo sea nuestro compañero de camino.

Y os preguntareis cómo se mantiene la paz interior en este momento, y la verdad es que no sé qué decir. Pero lo cierto es que estoy tranquila, aunque tenga la sensación de caer al vacío. Espero tener abajo una red que me sujete.  No voy a mentir, a raros me pongo nerviosa, pero seguidamente vuelvo a tranquilizarme porque sé que preocuparse no sirve de nada.

No me queda otra que aceptar y confiar.

Aunque haya sido un verano atípico, para nosotros ha sido un buen verano, lo hemos disfrutado plenamente. Y volvíamos a la carga con pequeños planes. Ahora la enfermedad me obliga a volver a aplazarlos, aunque ellos sean los que mantienen a diario mi cabeza ocupada. 

Sigo estando en las mejores manos y sé, que mis médicos no me dejarán caer el precipicio. De nuevo buscan el tratamiento que me pueda ir mejor y que me ayude a ganar tiempo.

Vuelvo a la carretera esperando que el viaje me permita contemplar el paisaje. 


                                                                        Paula CRuZ Gutiérrez. 






miércoles, 12 de agosto de 2020

CoNTiNuaR.

 



Parece que el verano ha decidido dejar de lado el tórrido calor con el que nos fustigaba los días pasados, para darnos una tregua. 

El viento nos azota estos días como si alguien hubiese abierto una puerta y se hubiesen escapado todos los demonios que permanecían escondidos a la vuelta de la esquina. Hemos pasado del calor extremo, al desasosiego del viento azotando nuestras cabezas. Un viento que nos golpea tan fuerte como nuestros propios pensamientos. 

Los días van pasando mientras permanecemos expectantes en este verano atípico que nos ha tocado vivir. Para todos últimamente, es como si el mundo se hubiera tornado un lugar menos seguro, un lugar indeciso e inestable, cargado de cierta incertidumbre, que nos afecta de diferentes formas a unos y a otros. Siempre dependiendo de nuestra manera de ver las cosas. 

Es muy loable sentir cierto respeto frente a tanta inseguridad, pero no debemos permitir que el miedo se apodere de nosotros y nos atenace el cuerpo y el alma. Todos y cada uno, necesitamos un período de tiempo para aclimatarnos a los cambios, si bien es cierto, que últimamente hemos tenido muchos de esos cambios en poco tiempo. Pero aún así, todos seremos capaces de sobreponernos a esta situación y de poder continuar mirando siempre hacia delante. 

No dejéis que vuestra mente divague y se pierda en pensamientos negativos, en algún momento habremos de salir y continuar con nuestra vida, aunque no sea desde el mismo punto donde la dejamos cuando todo esto comenzó. 

Ser una persona optimista es un trabajo a tiempo completo, que es necesario aprender y practicar, máxime cuando lo único que nos rodea es desánimo y malas noticias. Ser optimista supone ir  contra corriente y no es fácil, pero si es nuestra elección de vida conseguiremos nuestro propósito. 

Recordad que todos los callejones tienen al menos una salida, aunque a veces parezca estar ocultar. 



                                                                         Paula CRuZ Gutiérrez. 


jueves, 9 de julio de 2020

ToMaR DeCiSioNeS.




El valor de tomar una decisión consecuente contigo mismo. Sopesando los pros y los contras y viendo qué tiene más valor. 

En muchas ocasiones hemos de tomar decisiones difíciles, nuestro corazón dice una cosa, nuestra mente otra y si además consultamos con los más cercanos, obtendremos otras opiniones distintas. Difícil encrucijada. 

Pero si uno es sincero y se pregunta qué es lo que desea en realidad, obtendremos una respuesta clara, aunque no sea la más racional o la correcta a los ojos ajenos. 

El corazón y nuestro intelecto superior nunca mienten, otra cosa es que habitualmente les prestemos atención y les hagamos caso. 

Esta semana, me ha tocado a mí, tomar una de esas decisiones y lo he tenido claro. 

En este último año me he sometido a una químico muy fuerte, he superado una operación y una fuerte infección y seguido con los ciclos de mantenimiento. 

Pero últimamente mi cuerpo y mi mente me decían que pese a las recomendaciones médicas, debía parar y darle a mi organismo la posibilidad de comenzar a desintoxicarse y así lo he decidido. 

Acabo de salir de la consulta de mi oncólogo y ha aceptado mi proposición. Seguiré con mis revisiones pero por el momento no habrá más ciclos. 

Mientras escribo escuchando las cigarras de fondo, me doy cuenta del gran peso que me he quitado de encima. 

Estoy feliz por el comienzo de esta nueva etapa. 


                                  Paula CRuZ Gutiérrez. 

viernes, 3 de julio de 2020

CaDa MaÑaNa.


Cada mañana la vida nos ofrece un nuevo día para seguir aprendiendo a vivir.

Para aprender a conocernos mejor a nosotros mismos y a las personas que tenemos cerca, en casa o al otro lado del teléfono.

Para aprender  a sobrellevar los problemas de la mejor manera posible, de buen talante e intentando extraer lo bueno de la situación, porque las adversidades eso, oportunidades de aprender las lecciones que necesitamos y que de otra forma no aprenderíamos. Es más fácil vivir sin altercados, pero indudablemente, una vida plana, fácil, no nos prepara salvo para vivir como víctimas. No para sacar de nosotros lo mejor en cada momento. 

Y algunos si tuviésemos ese tipo de  vida anodina, nos aburriríamos sobremanera, porque a veces, no sé si los líos viene a mí porque los busco yo, o porque me buscan ellos. Pero lo cierto es que cuando salgo de uno, ya tengo otro llamando a la puerta.

Las casualidades no existen, pero sí las causalidades, por lo que cuando tengo un problema lo primero que me pregunto es el motivo de su llegada y cual es la lección que trae.

Darle demasiadas vueltas a las cosas, lo único que nos garantiza es un buen dolor de cabeza, porque muchas veces por mucho que pensemos y repensemos no alcanzamos a encontrar la solución adecuada.

Feliz resolución de problemas. 


                                                                      Paula CRuZ Gutiérrez.

sábado, 20 de junio de 2020

Tu FueRZa iNTeRioR.



En un país no muy lejano del mundo civilizado, nació Catalina. Fue la segunda de tres hermanos, que junto a sus padres componían una familia de esas que se llaman tradicionales.

En casa las normas estaban claras, se obedecía a pies juntillas lo que dictaba su madre, como buena dictadora, déspota y cruel que era. Las cosas que podían hacer los niños y las que podían llevar a cabo las niñas, estaban bien separadas por una barrera ran infranqueable como invisible. 

Nuestra niña nació algo distinta, no le gustaban el color rosa, ni los pompones ni las muñecas, pero sí el fútbol. Todo esto le ocasionó desde muy pequeña problemas con sus progenitores, que no le permitían salirse ni un ápice del guión. 

Un día cuando llegó la adolescencia y su cuerpo comenzó a desarrollarse la mente de nuestra protagonista entró en barrena. No admitía ese cuerpo femenino, pero tampoco podía escapar de él. Lo mejor era aceptar que era suyo y que gracias al rechazo que le producía había sido capaz de tomar aquella solución.

Decidió volver a decirle a sus padres lo que ya sabían, pero que no querían admitir: detrás de aquel cuerpo femenino se ocultaba una mente masculina que empuja para salir.

La reacción paterna fue mucho peor de la esperada, los castigos y los insultos llegaron por doquier para intentar doblegar aquel deseo antinatural. Tuvo que ceder y la puerta se cerró de nuevo. Sin ayuda ni apoyo pensó que lo mejor sería desaparecer.

Fue entonces cuando la vida le puso de frente a gente desconocida que le hizo sacar de su interior la fuerza que desconocía tener.

Aunque las cosas no salieron como estaban previstas, todo había cambiado. Ahora sabía que tenía una ventana abierta, mucha gente que sí le apoyaba fuera de casa y que sabía que volverían a ayudarle cuando llegase la ocasión adecuada. Ahora, la fuerza se había instalado en su interior y eso nadie podría arrebatárselo. Quedaba esperar a que esa oportunidad llegara.

Pasó a de ser víctima a ser el maestro de sus propios maestros.

Y a su corta edad, dió a todos una importante lección de inteligencia, valentía y honestidad.

Moraleja: nunca dejes de ser tú ni renuncies a tus sueños, aunque algunos días parezcan inalcanzables.

Posdata: mi deseo de hoy es poder conocerlo y darle un abrazo infinito.


                                  Paula CRuZ Gutierrez. 

jueves, 18 de junio de 2020

eSCRiBiR.

El acto de escribir siempre conlleva otro acto: el de concentración y de introspección interior. No siempre uno escribe lo que tenía pensado, porque hay veces en las que la pluma y la mente se confabulan y las palabras toman su propio camino. 

Expresar y trasladar al papel lo que uno desea en ocasiones se torna complicado, mientras que en otras las palabras brotan por doquier.

Anoche escuché en una serie como un doctor le decía a su paciente, que tenía mucha suerte porque le habían detectado un cáncer de estómago en fase inicial. En ese momento pensé con ironía y tristeza, que sí que es una fortuna que te digan que tienes cáncer. ¿Qué pedazo de insensato ha escrito ese guión? ¡Qué se lo diagnostiquen a él y después veremos si escribe lo mismo y no cambia la historia!

Hoy estoy de nuevo en el hospital, a primera hora he tenido el TAC de control, antes he pasado por oncología para que me pincharon el viper (la aguja para el contraste es mucho más gruesa). Después he acudido a la consulta de Neurología. Los cuatro tratamiento que me han prescrito para el dolor de cabeza no han funcionado y los efectos secundarios han sido devastadores, incluyendo fatiga, amnesia y ciática.

La doctora ha decidido infiltrarme anestesia en el cráneo, me ha pinchado doce veces. ¿Cuantas burradas debemos aguantar?

Intento hacer un cálculo a groso modo, de cuantos pinchazos llevo desde que la diversión del cáncer empezó y no soy capaz de calcularlos. ¿Tal vez doscientos? Se me hacen pocos. Y no siento todo lo que llevo, sino lo que aún me queda.

En la cafetería he coincidido con la doctora que me diagnóstico el tumor y aunque estaba muerta de sueño porque salía de guardia, hemos tenido una conversación muy animada. Según ella mi historia es igual de bonita como de dura. El cariño siempre nos suma a todos.

Ahora tengo el ciclo de quimio y extasiada de tanta diversión volveré a casa.

Y vuelta a empezar. Los enfermos oncológicos somos como un hámster dando vueltas en la rueda. Seguimos vivos aunque estemos muy mareados y a pesar de todo sin perder el humor.



                                  Paula CRuZ Gutierrez. 






miércoles, 10 de junio de 2020

CuMPLeaÑoS.



El 8 del mes de Junio de hace cincuenta y dos años aterricé en este mundillo nuestro. Dicen que cuando tu fecha de nacimiento es capicúa la vida te sonríe, aún no sé si será cierto, 

continúo haciendo las averiguaciones pertinentes al respecto.

Hoy será un día diferente, al hilo de la situación en la vivimos los últimos meses.

Para mí es un día especial porque mis hijos están emocionados, intentando guardar el secreto del regalo que me han comprado junto a su padre. Llevan una semana de nervios, intentando evitar que la lengua les traicione. Hemos comprado una tarta y tomaremos sidra sin alcohol para celebrarlo.

Pienso en mi edad y en mi imagen, entonces, recuerdo las de mi madre y mi abuela a mi misma edad. Imágenes completamente distintas, en su época una mujer con cincuenta años era ya una persona mayor, por su ropa y por sus pensamientos. Hoy afortunadamente, podemos agradecer que esto haya cambiado y con esta edad, aún nos consideramos jóvenes y con muchas cosas inconclusas aún por hacer.

Desde muy temprano me están llegando felicitaciones, muchas gracias a todos por ellas y por recorrer conmigo este camino llamado vida.

Ya sabéis que los senderos a veces están llenos de piedras, unas grandes y otras más pequeñas. Que a veces las fuerzas nos fallan y cuando parece que ya no podremos continuar, vuelven a nosotros de nuevo. 

Muchas gracias de corazón por todas esas visitas que hacéis al blog, yo tan sólo pretendo distraeros un ratito de vuestras obligaciones. Y cada día me sorprendo más, ya son ciento cincuenta y dos mil visitas contabilizadas, algo impensable para mí. Aquí seguiré mientras las palabras me acompañen.

La obligación de tener que aprender de nuevo a leer y a escribir se ha convertido en una devoción. Espero seguir aprendiendo cada día más y poder llegar a escribir textos coherentes.

Muchas gracias de nuevo y un beso para todos.


                                                                       Paula CRuZ Gutiérrez.

viernes, 29 de mayo de 2020

eL BoSQue DeL TieMPo.




Hoy hemos viajado al bosque que componen los edificios de Madrid porque me tocaba recibir de nuevo, el tratamiento oncológico, los veintiún días se pasan volando, estemos libres o confinados. 

Siempre suelo darle un abrazo o dos besos a mi oncólogo, pero ahora esa costumbre la hemos tenido que cambiar por una sonrisa medio escondida detrás de la mascarilla y que sube hasta el rabillo del ojo. Solemos bromear entre nosotros, si ve que algún día llego más decaída me pincha, diciéndome que no estoy ya ni para echarme al contenedor de reciclaje. Pero esta mañana ha sido mi turno, y le he dicho bromeando, que de perfil comenzaba a parecerse a mí, que la tripa le iba creciendo. Se ha reído, y me ha contestado que su mujer opinaba lo mismo que yo. 


Después de cinco operaciones en la misma zona, la pared interna de toda mi zona abdominal ha disminuido mucho su grosor, debilitando también su musculatura y al no poder sujetar adecuadamente mis órganos internos, tengo una barriga considerable. Son gajes del oficio de estar viva, mejor tener barriga que no tener nada, como supuestamente iba a ocurrir. 


Pero bueno, ya sabemos que la lógica y las estadísticas, conmigo tienen poco trabajo.

Después de la consulta he subido a la zona de boxes para recibir mi tratamiento. 


Sentada en mi sillón, mientras la enfermera colocaba la medicación en la bomba, escucho en el pasillo cómo otro enfermo le pregunta a otra enfermera cuanto tiempo de tratamiento tendrá hoy, a lo que ella le responde que han calculado que unas tres horas y media aproximadamente. El le responde sorprendido: ah, ¿sólo? Qué bien. 


Entonces sonrío y me acuerdo de cuando yo estaba en su lugar, paseando entre los troncos de las horas que componían mis días, y me doy cuenta de lo relativo que es el tiempo, que lo que a unos les parece un simple paseo, para otros es  toda una eternidad. Porque claro, habiendo pasado ocho horas sentada en un sillón recibiendo el chute de "agua bendita", esas tres horas y media nos parecen una nimiedad.


Y sonrío también porque los enfermos oncológicos, nos conformamos con que nos disminuyan nuestros tratamientos de quimioterapia, y aunque sólo sean cinco minutos, para nosotros eso es todo un triunfo. Así, algunos paseos se nos hagan más cortos que otros.


Cuando uno es enfermo crónico hay muchos pequeños triunfos que celebrar, porque el camino es muy largo y sinuoso.

Feliz día a todos. 



                                                                      Paula CRuZ Gutiérrez. 

jueves, 14 de mayo de 2020

Ánimo.



A veces creemos erróneamente que  nosotros "podemos con todo". Pero aunque tengamos la predisposición adecuada, es muy difícil conseguirlo.

Pero si nos apoyamos en alguien, o incluso en varias personas a la vez, el camino suele ser más llevadero.

En estos días la vida de varios amigos  y familiares se ha convertido en una especie de tarta en la que cada una de las porciones es un problema a cual más importante. Porciones bañadas por el virus y adornadas por las guindas del confinamiento.

Estos días en los que no podemos visitarnos y hemos de relacionarnos sólo mediante el teléfono, las cosas se complican y en algunos casos incrementan la incertidumbre.

Todos estamos viviendo una situación  hasta ahora desconocida y difícil de gestionar. Es ahora, cuando nos vemos obligados a utilizar todos nuestros recursos psicológicos para no sucumbir. Y si creemos no tenerlos, buscar a alguien que nos rescate. Estos días hay psicólogos que prestan ayudar de forma desinteresada.

Es importante darse el permiso de estar triste, enfadado, desanimado, cada uno debe gestionar sus tiempos y sus dueños, sin permitir eso sí, que se enquisten y nos impidan avanzar.

Os envió todo mi ánimo.


                                  Paula CRuZ Gutiérrez.






domingo, 5 de abril de 2020

PaToLoGíaS PReVias.


Anoche al meterme en la cama el sueño apareció escurridizo. Como no me dormía me dio por pensar en el virus ese del que últimamente habla todo el mundo. Parece que no es una cuestión baladí, además, al listado de fallecidos, siempre lo acompañan con la misma coletilla: con patologías previas. Y yo me pregunto qué significarán esas palabras.

Me pongo a pensar si yo tengo alguna posibilidad de entrar en este grupo de riesgo. Mentalmente y en silencio, voy repasando las enfermedades que he tenido a lo largo de mi vida.

Cuando tenía cinco o seis años, me operaron de anginas, pero creo que eso no cuenta. Hace tres años, tuve una insuficiencia respiratoria que me obligó a estar un mes enganchada a un respirador, pero pienso que eso tampoco es importante. También he tenido en dos ocasiones cáncer con metástasis en ambos casos, ya superados. Pero creo que esto tampoco va a ser una patología previa. Al final me canso de tanto pensar, porque no llego a ninguna conclusión.

Pero justo antes de dormirme, me acuerdo de que hace muchos años me hice un esguince en el tobillo izquierdo, y entonces decido que lo mejor será quedarme en casa. No vaya a ser que el esguince sí sea considerado como una patología previa. 😂😂😂.

A veces es bueno reírse de uno mismo.


                                 
                                                                     Paula CRuZ Gutiérrez. 

martes, 24 de marzo de 2020

QueRiDo SaNCHo.


--¿Mi querido Sancho, válgame Dios, quiere vuestra merced hacerme el favor de permanecer en el interior del palacio?

--Pero señoría, he de ir junto a mi esposa e hijos. Saben que ya hemos vuelto de nuestra última aventura y esperan ansiosos mi retorno. 

--Cómo dices eso? ¿No oyes el relinchar de sus caballos? Ahí fuera hay un enemigo difícil de derrotar, todo un ejército malvado. Hemos de diseñar un plan para poder encantarlos y así poder derrotarlos. Para ello tenemos que permanecer aquí, pensando cual será nuestro proceder al respecto. 

--Venga vuestra meced, sabe que pensar no es lo mio, para eso está usted. Yo solo quiero volver a mi casa. Y no oigo otra cosa que el rechinar de mis tripas.

--Ahora nuestra casa es esta Sancho. Debemos impedir que el enemigo nos encuentre y por ende, nos alcance. Eso sería extremadamente peligro, porque se han confabulado en contra nuestra. 

--Como guste mi señor, usted es el destinatario de toda mi confianza y, si usted dice que no hemos de salir de aquí, pues nos quedaremos. ¿Pero dígame, qué haremos aquí dentro?. 

--Pues encontraremos la manera de derrotar a ese virus que nos acecha. Además, podemos leer libros de caballerías, comer ricos manjares, pensar un plan para rescatar a mi amada Dulcinea de ese bellaco que tiene como señor o incluso tumbarnos en el patio a ver las estrellas.

--Pues así sea su señoría y, si mientras pensamos nos comemos unos chorizos, seguro que nuestra mente se muestra más lúcida después.

--Gracias amigo. Intentaremos hacerle llegar un mensaje a esa fermosa dama que tenéis por esposa. Le daremos explicaciones de la aventura en la que nos hayamos.



                                                                        Paula CRuZ Gutiérrez.


domingo, 15 de marzo de 2020

En La PieL De uN aMiGo. Covib-19.



Me resulta fácil ponerme en la piel de un enfermo que se encuentra en una habitación de hospital, incluso de uno que esté ingresado en la UCI. Pero ponerme en el lugar de alguien que está "ingresado" con otras cinco personas en lo que antes era un almacén, se escapa a mi potente imaginación. Tan poco alcanzó a concebir lo que se debe sentir al ver al personal sanitario llorar, porque están saturados y no dan para más.  Ese personal que se supone que está ahí para ayudarnos a sanar. 

Pues esto, y mucho más, es lo que está ocurriendo estos días en el hospital público de Torrejón de Ardoz. 

Allí un amigo muy querido, se encuentra haciendo frente con incertidumbre al covib-19. Él junto a sus cinco compañeros de habitación, esperan que haya una habitación libre en las plantas de arriba, para poder ser ingresados oficialmente en el hospital y salir del limbo en el que se encuentran. 

Y yo me pregunto: ¿qué va a ocurrir cuando todas esas personas caigan exhaustas?. Porque como todo ser humano, tienen un límite. Y el día que llegue, los hospitales quedarán llenos de enfermos, pero vacíos de médicos, enfermeras, celadores, personal de mantenimiento y limpieza, de administración, de conductores, etc. 

Ánimo a todos. 

Y a mi amigo, tan sólo decirle que estamos aquí, enviándole nuestra mejor energía para que vuelva a casa, que sin duda, será pronto. 

UnBesoEnorme. 


                                  Paula CRuZ Gutiérrez. 

viernes, 7 de febrero de 2020

El Perito.



Hace un par de semanas mi hija enfermó con un virus estomacal, unos días después lo hizo mi hijo y a continuación me tocó a mí. Al virus le siguió el ciclo de quimio y como tenía ya resentido el estómago, la cosa no hizo sino empeorar. 

En uno de esos momentos en los que me encontraba mal, me acordé de un perito forense que me representó hace un par de años en un juicio. En mi defensa alegó que debían darme lo que solicitaba porque con mi enfermedad, a lo sumo podría vivir cuatro o cinco años más. Peregrina defensa pensé cuando lo leí y después, cuando vi su declaración en el vídeo ante el juez, me inundó una profunda indignación.  Con aquello se me revolvieron las tripas al igual que con el virus. 

Afortunadamente voy vadeando los baches que el camino me va poniendo, han pasado ya casi los cuatro años desde que me diagnosticaron el cáncer de ovario. Y confío en que el pronóstico del susodicho perito no se cumpla. Se que se fundó en las estadísticas para basar su informe, pero creo que sus argumentos deberían haber ido por otros derroteros y como profesional debería saberlo. A veces hay que tener cuidado y un poco de mano izquierda para no herir los sentimientos de los demás. 


                                                                      Paula CRuZ Gutiérrez. 


sábado, 25 de enero de 2020

CoNCLuSióN iNeSPeRaDa.


Al salir del ascensor es evidentemente el olor a antiséptico. Pienso inmediatamente si los vecinos seguirán apreciando este olor o por el contrario, con los años se habrá vuelto imperceptible para ellos.

Tras llamar a la puerta me recibe la enfermera, y me hace pasar a una sala. Otra víctima espera sentada en un sillón.

Mientras me toca el turno, me entretengo mirando los grabados que cuelgan en las paredes. La luz de las lámparas les apunta directamente y eso afecta a la estructura, tanto del montaje como a la de las propias obras, así como a los adhesivos que se han deteriorado. Dentro de cada marco hay colocados nueve grabados, del mismo tamaño pero diferentes temática.

La enfermedad me impide trabajar, pero sigue intacta mi curiosidad y mi deformación profesional, veintitantos años dedicada a lo mismo no se borran de un plumazo. Sobretodo si ha sido tu vocación.

He de dejar aquí mis desvaríos, ha llegado mi turno. 

Ya en la consulta Quique mi dentista favorito, me da un abrazo y con su eterna sonrisa me pregunta cómo estoy. 

Le cuento mis problemas con la dentadura que algunos días me impiden comer. Me examina y concluye que lo único que me ocurre es que estoy estresada. 

Es entonces cuando en mi cerebro salta un clik, y llego a una conclusión inesperada. Aunque yo no haya sido consciente, mi cuerpo lleva casi cuatro años viviendo al límite.  Yo creía estar tranquila pero mi cuerpo no lo estaba. Ha estado todo este tiempo viviendo en alerta máxima y ahora que por fin me he percatado he de buscar una solución. 

La vida me platea otro reto y tendré que aprender a relajarme en serio. 


                                                                      Paula CRuZ Gutiérrez.


                 

sábado, 11 de enero de 2020

ReCueRDoS De INFaNCia.




Mi memoria se compone de infinitos recuerdos. Una gran cantidad de ellos hilados con amor y delicadamente guardados, para que el tiempo no los desvanezca. Mientras que otros muchos  fueron olvidados de manera voluntaria, a sabiendas,  y guardados bajo siete candados no sea que osen aflorar a la superficie.

Cuando salgo al campo y veo los cardillos, inexorablemente vuelvo a mi infancia, a casa de mis abuelos maternos en El Pedernoso. Vuelvo a tener a mi lado a mi abuelo, cuchillo en mano, mientras caminamos por la linde del camino buscando los cardillos más tiernos. Largas caminatas de ida y vuelta a casa con un saco lleno, donde nos espera mi abuela, para con toda su experiencia pelarlos, mientras yo intento imitarla sin conseguir evitar pincharme con sus pinchos. Ella con paciencia infinita, me explica cómo hacerlo, siempre del centro hasta el exterior de la hoja.

El menú del día estaba claro: patatas con cardillos. 

Otros días íbamos a la laguna de La Navazuela a pescar lucios, al pinar de mi abuela a recoger  piñas, a buscar setas, a que las vacas nos lamieran las manos con aquellas lenguas que parecían lijas, incluso a disparar perdigones a un bote. 

Y los días que no salíamos, la abuela nos ocupaba regando sus geranios y en la cocina, haciendo magdalenas, galletas, caballitos de San Antón o tortillas de Jueves Lardero. Recuerdo ir a la vaquería con una garrafa de cinco litros a por leche para poder desayunar todos.

Alimentábamos a las gallinas y veíamos nacer y crecer a los conejos. Recuerdo un día en el que mi abuelo mató una gallina y salió descabezada por la puerta del patio a la calle. Todos los días eran una aventura.

Han pasado cuarenta y muchos años, pero ciertos recuerdos siguen tan vivos como antes. Creo que eso nos pasa a todos. Muchas veces recordamos lo que nos sucedió antaño mucho mejor que lo que nos ocurrió antes de ayer. 

Todos tenemos recuerdos que al revivirlos nos hacen felices. Es bueno hacerlo, porque nos iluminan el rostro y el corazón, además, nos ayudan a sobrellevar ciertos momentos que no son del todo agradables.


                                                                       Paula CRuZ Gutiérrez.




sábado, 28 de diciembre de 2019

eL aÑo Que Se Va.




La luz del sol entra a raudales por los ventanales del corredor. Sentada en el sillón, mi única compañia es el árbol de navidad.

Fijo mi vista tras los enormes vidrios y me entretengo observando el patio, que aún sigue vestido con su traje de otoño-invierno. Este año con la enfermedad, no ha dado tiempo de podar los rosales, ni de eliminar las hierbas marchitas. La parra muestra sus ramas desnudas y casi fantasmales, sus sarmientos parecen bracitos enclenques que intentan llegar al cielo. Y para contrarrestarlos a todos, los dos frutales han decidido inchar sus yemas, como si en vez de diciembre estuviéramos en abril.

Así acaba este año, con los cuerpos arrebatados y las mentes poco claras, con la esperanza de que el año que próximamente comienza será mucho mejor para todos nosotros.

Aunque ha sido un año muy duro, lo cierto es que ya ha pasado. Ahora toca reponer y actualizar nuestra lista de sueños y volver al ataque. Eso sí, sin olvidarnos de dar las gracias al año que se marcha por permitirnos llegar vivos al siguiente y poder continuar nuestro camino.

Feliz y Próspero Año Nuevo a todos.


                                  Paula CRuZ Gutiérrez.