martes, 24 de marzo de 2020

QueRiDo SaNCHo.


--¿Mi querido Sancho, válgame Dios, quiere vuestra merced hacerme el favor de permanecer en el interior del palacio?

--Pero señoría, he de ir junto a mi esposa e hijos. Saben que ya hemos vuelto de nuestra última aventura y esperan ansiosos mi retorno. 

--Cómo dices eso? ¿No oyes el relinchar de sus caballos? Ahí fuera hay un enemigo difícil de derrotar, todo un ejército malvado. Hemos de diseñar un plan para poder encantarlos y así poder derrotarlos. Para ello tenemos que permanecer aquí, pensando cual será nuestro proceder al respecto. 

--Venga vuestra meced, sabe que pensar no es lo mio, para eso está usted. Yo solo quiero volver a mi casa. Y no oigo otra cosa que el rechinar de mis tripas.

--Ahora nuestra casa es esta Sancho. Debemos impedir que el enemigo nos encuentre y por ende, nos alcance. Eso sería extremadamente peligro, porque se han confabulado en contra nuestra. 

--Como guste mi señor, usted es el destinatario de toda mi confianza y, si usted dice que no hemos de salir de aquí, pues nos quedaremos. ¿Pero dígame, qué haremos aquí dentro?. 

--Pues encontraremos la manera de derrotar a ese virus que nos acecha. Además, podemos leer libros de caballerías, comer ricos manjares, pensar un plan para rescatar a mi amada Dulcinea de ese bellaco que tiene como señor o incluso tumbarnos en el patio a ver las estrellas.

--Pues así sea su señoría y, si mientras pensamos nos comemos unos chorizos, seguro que nuestra mente se muestra más lúcida después.

--Gracias amigo. Intentaremos hacerle llegar un mensaje a esa fermosa dama que tenéis por esposa. Le daremos explicaciones de la aventura en la que nos hayamos.



                                                                        Paula CRuZ Gutiérrez.


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