lunes, 7 de marzo de 2022

Carta abierta a mi hija, que si que tuve...


Hasta ahora no os he hablado de Maite, o Maitane, como era en un principio su nombre.

Pues esta carta se la dirijo a ella, y dedico a todas aquellas personas que son diferentes, pero porque no han tenido más remedio que ser así para sobrevivir.

Mismamente también podría dedicársela a su madre. Persona diferente donde la hubiera y que desde el principio me encandiló. Como nuestra hija, que desde un principio nos hizo estar alerta por lo especial que era, ha sido, sigue siendo y esperemos que no deje de ser.

Maite en el monopatín

Notaréis que al escribir no sé muy bien distinguir si se lo digo a una o a otra. Son tan iguales.

A Paula le gustaba ser muy amiga de sus amigos y supo siempre escabullirse de los ambientes más ásperos, pero es que en los últimos tiempos se dedicó a ponerle una pizca de mostaza dulce, como ella sólo sabía hacerlo y a mí me sigue costando aprender, a las situaciones más complicadas.

Y así mismo Maite, que no tiene un pelo de tonta, y que no se deja apabullar por aquellos que no la respetan. Tiene bastantes cosas claras, y otras que hay que ayudarle a aclararse con ella misma. Últimamente le apetece llevar el pelo corto, y cuenta con mi apoyo, y la comprensión de muchos de los que pasamos tiempo con ella. Y está guapa y feliz, pero no sólo por el pelo, sino por sentirse querida, amada, protegida y cuidada; en definitiva respetada y creciendo feliz, vamos lo que todos quisiéramos haber tenido en nuestra vida.

Y también sabe diferenciar cuando alguien le dice algo con cariño y humor, y cuando hay veces que las palabras se vuelven dardos, que quieren minar su línea de flotación. Su mente se revela y saltan todos los resortes, y aquello que habíamos conseguido se vuelve oscuro y trepidante… Por eso hemos de procurar de cuidarnos. Y si necesitamos expresarle a la niña cómo queremos que sea, hemos de hacerlo de la forma más delicada posible.

Y siempre recalcando lo que nosotros quisiéramos, pero que ella es la que va a decidir cómo hacer y cómo vivir, incluso su forma de vestir o de llevar el pelo. Algo así como era Paula, un rabillo de lagartija que seguía moviéndose aun cuando se ha visto separada del cuerpo del reptil.

Las personas de esta guisa son personas muy inteligentes, que saben captar las vibraciones de las personas que le rodean, incluso antes que ellas mismas; y que saben refugiarse en su caparazón cuando ven que pueden ser atacadas. Lo mejor y lo peor de una persona así se vuelve lo peor y lo mejor para los que vivimos cerca de ellas.

Son diamantes en bruto, que se irán desgastando y puliendo sacando a relucir los más bellos bordes que corten hasta los minerales más duros. Son fuertes y siguen siéndolo a pesar de perder algunas escamas en la lucha. Pero no por eso dejan de pelear por ser ellas mismas.

Maite ahora me dirijo a ti: sigue creciendo y madurando, feliz y libre, como tú sola sabes hacerlo. No dejes de avanzar, por muchos charcos que nos toquen atravesar, a ti que tanto te gusta chapotear en ellos, por muy profundos que sean, siempre vas a tener una mano amiga que te haga saltar hacia adelante, no estás sola.

Nos gusta sentirnos cuidados contigo, pues eres toda atención cuando ves que alguien necesita ayuda. Eres pura y delicada flor de primavera, fuerte ante las adversidades y anticipo de lo que está por venir. Tienes agalla y mucho callo. Y eso no te va a faltar, puesto que así eres, así te ha forjado la vida y así te vas edificando sobre fuertes cimientos que ya se ha encargado la vida de marcar bien en tu piel. Eres puro ejemplo de superación, y siempre que te lo tengamos que recordar no dudes que para eso estamos y seguimos estando a tu lado. Tú eres fuerte y vas a serlo aún más, porque ganas no te faltan y porque no le tienes miedo a nada.

Aún recuerdo los primeros días de estar con nosotros, a los primeros cursos de natación que te acompañé, que nos dejabas a todos, monitores incluidos, boquiabiertos ante las ganas de saltar a la piscina, y lo que te gusta mantenerte bajo el agua. Y no dejabas que te pusiéramos manguitos, hasta que llegó el primer susto de verte que no llegabas al borde cuando te faltaba el aire. Pero ese momento sólo sabes tú lo que cuesta y por eso te animo a no olvidarlo, podemos no temer nada, y menos dentro del agua, pero siempre cabe la precaución pronta de la madurez que va dando la vida misma. Sigue buceando y enseñándonos que no hay obstáculo que no se pueda salvar, con ayuda y tesón, que nunca te han de faltar.

@julianreligion

3 comentarios:

E.Y.A. dijo...

Bonito escrito, precioso. Pronto nos vemos.

Anónimo dijo...

Bonito escrito precioso aúpa con todo sigue así

Anónimo dijo...

No todos los padres son capaces de identificar y positivar tantísimos matices de un@ hij@. Eso que ganáis las dos partes