miércoles, 14 de marzo de 2018

Un mundo Zen.


Pensaremos que vivimos en un mundo zen, dónde todo y todos estamos relacionados.

Donde todos nos apoyamos y ayudamos en lo que sea necesario, sin dedicamos a criticar a los demás por lo que hacen o dejan de hacer. Todos somos diferentes con puntos de vista igual de diferentes. Normalmente todos hacemos lo que creemos más adecuado en cada momento, o simplemente, lo que sabemos hacer.

Pero parece que aún hay muchas personas que no han descubierto que pensar en positivo y bien de los demás, es una cosa factible y que se puede hacer sin que suponga ningún problema, ni cause trauma alguno.

Hace dos semanas, acudí al tribunal de la discapacidad en Cuenca.
Nunca pensé que yo llegaría a ser una persona discapacitada, con lo independiente que siempre he sido, pero ahora, ya me veis. Me he convertido en una persona dependiente de los demás para hacer cosas habitualmente sencillas.

Pues bien, en dicho tribunal, la médico que me atendió me trató de forma áspera, con poco respeto y ninguna empatía. Como queriendo decir que yo estaba allí porque se me había antojado ir aquella mañana. Como resultado de su consulta tan agradable, ha puesto en el informe que los dolores que padezco son imaginarios y que me recomienda acudir al psiquiatra. 

Yo le digo a esta señora que ya le gustaría a ella tener la cabeza igual de amueblada como la tengo yo y que espero que si algún día se ve en una tesitura similar, la traten mejor de lo que ella me trató a mí.

Se escapa a mi intelecto comprender porqué hay personas tan poco sensibles ni solidarias de cara al público, atendiendo a los que como yo, nos encontramos en una situación más vulnerable y en desventaja.

Tal vez estas personas estén ahí solo para que podamos apreciar mejor a las buenas personas que nos encontramos por el camino.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.


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