sábado, 26 de mayo de 2018

Llora, Ríe.



Suena el teléfono y veo un número desconocido.

Al descolgar me saluda una voz de mujer, le ha dado mi número telefónico la hermana de una amiga mía. Me dice que se lo dió hace tiempo, pero que hasta hoy pensaba que no necesitaba llamarme.

Me cuenta que está pasando por un cáncer de mama, que hasta ayer que fue la última sesión de quimioterapia creía encontrarse bien. Pero que ayer después de que terminara el ciclo cayó y hoy lleva todo el día llorando. Yo la escucho en silencio mientras me cuenta cómo se encuentra entre sollozos. Intento tranquilizarla, diciéndole que llore todo lo que necesite, que la escucho y que es necesario llorar. 

Cuando se tranquiliza un poco, me dice que hasta ahora creía poder con todo, con la enfermedad, con la casa, con el trabajo, con todo. Pero que acaba de darse cuenta de que no es así. Con hacerse la fuerte lo único que ha conseguido es que los demás hagan como si no ocurriera nada. Cuando que ocurre y mucho.

Hablo con ella tranquila y le digo que no sólo es necesario caer, sino que tiene que darse permiso para hacerlo porque es parte del proceso. Ha de vivir su propio duelo a su manera.

Seguimos hablando un largo rato, le cuento algunas cosas más y ella me cuenta otras. Decide tomar algunas decisiones para aplicar en su día a día, como dejarse de hacer la fuerte para que su marido vea que está enferma y necesita su ayuda.

Al decirme que es argentina me viene a la mente mi amiga Lili y le cuento la "casualidad" de que el mismo día en que ella murió, a mi misma edad y por el mismo tipo de tumor, a mí me dan el alta. Ella es mi gran ángel.

Al final la conversación que comenzó con llanto acaba con risas. Nos despedimos con una sonrisa y un buen sabor de boca. 

Gracias por permitirme entrar y darme el enorme placer de ayudar.


                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.

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