sábado, 19 de enero de 2019

Un día de Invierno.

Hace una tarde espectacular, sentada sobre un banco de piedra dejo al sol que me acaricie el rostro. A pesar de ser un día de invierno, no hace frío, incluso me he quitado el abrigo.

Aquí en el parque al cobijo de los arbustos, hace calor.

Hoy he venido de voluntaria, llegué a media mañana, y dentro de mis posibilidades, he ayudando en lo que me han pedido. Tras comer y mientras los residentes han ido a dormir la siesta he decidido volver a casa. No sin antes mantener una conversación muy agradable con una voluntaria.

Cuando me diagnosticaron el cáncer comencé un viaje intenso hacia el interior, que cada día me va llevando por senderos desconocidos. Primero me sirvió para aceptar y superar la enfermedad y así sanarme. Y ahora me lleva a buscar nuevos caminos.

Ese mirar hacia dentro para escuchar mi voz interior es lo que hoy me ha traído hasta aquí. Desde hace días tenía una voz que me repetía que tenía que venir a éste lugar. Tras hacerme la sorda otros cuantos días, he decidido venir. Era eso, o empezar a pensar que me estaba volviendo loca porque un aliem se había apoderado de mi cerebro. Aunque mi aportación de hoy haya sido pequeña, yo me voy cansada pero tranquila. 

El universo tiene sus razones para enviarnos pruebas cada día, si bien es cierto que algunas son más fáciles de superar y en otras ocasiones, lo que nos ocurre es que en ese momento nosotros no sabemos entender su significado.

Aquí estoy yo, sentada al sol, intentando entender esas señales que me mandan en clave y que aún no sé descifrar.

Y continúo agradeciendo a la vida las oportunidades que me brinda. Aunque hoy no comprenda muchas cosas sé que voy por buen camino.



                                                                         Paula Cruz Gutiérrez.


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