sábado, 26 de febrero de 2022

Un buen día de Jueves Lardero

Hoy ha sido un bonito día que merecería la pena volver a repetir,

no es por dar envidia, ni poner los dientes largos,

si no más bien, sí me gustaría compartir mi impresión de lo que ahí hemos vivido,

podéis preguntarle a los niños,

podéis preguntarle a las 3 madres que han asistido,

o incluso Alcira que ha estado también a la altura

 


Podéis estar muy orgullosos de los hijos e hijas que tenéis,

yo lo estoy de la clase que me ha tocado este año,

y ellos pueden estarlo también del tutor, que no es por echarme flores,

ni tengo ganas de quitarme mérito,

precisamente ese: que los adultos estamos para hacer mejor,

en la medida de nuestras posibilidades,

a todos aquellos que nos toca acompañar,

en esta ardua tarea de aprender a ser mayores.

Y cómo lo vamos a hacer si a veces nosotros mismos,

no sabemos ni cómo hacerlo y cómo llevarlo a cabo nuestra propia vida

 


Estamos rodeados de oportunidades,

solo hace falta quitarse las gafas para poder verlas,

yo no hace mucho me las quité, y ahora veo todo más claro

y con mucho más color, al mirarlo de una manera suave y sencilla, y alegre.


 Así empezaba esta mañana con ellos:

 hemos venido aquí a jugar a participar y a divertirnos

pero es que lo tengo así de claro para toda la vida:

Esto es un juego del que no podemos escapar,

y a ellos se les ve que están dispuestos, precisamente a aceptar

que estamos aquí para ser felices, para divertirnos;

no a costa de los otros, sino con los otros,

con los que nos han puesto al lado, con los que nos ha tocado,

y con la responsabilidad que ello conlleva.

 


Hemos jugado, bailado, reído y aprendido,

que no toda la sabiduría está en los libros,

sino también en un parque, donde podemos asombrarnos

con un simple huevo de pato.


Hemos aprendido que los amigos,

aunque a veces nos den la espalda,

van a estar ahí para apoyarnos;

y hemos compartido en cada juego y en cada risa,

algo de nosotros mismos, que teníamos escondido, 

o quizás ni habíamos descubierto.


 

Hemos jugado al balón y a la comba

y a tomar el sol, incluso en los columpios que teníamos cerca,

y al final de todo hemos intercambiado las cartas,

con aquellos para quienes la tenían hecha.

Algunos me han dicho que ya os la habían dado en casa,

y  otros se han sorprendido al ver que tenían también una.

Una sorpresa tan grata como las palabras negro sobre blanco

que tantas veces han oído

 

Y para terminar, como no podía ser de otra manera,

el colofón ha sido la lectura de la carta de una madre

a quien le había escrito su hija, en voz alta.

Y me han dejado poner la guinda

con una sencilla Moraleja qué paso compartir:

 

"Hijos, a partir de ahora, exigid a vuestros padres

que os premien cada vez que hacéis algo bien,

porque ya nos hemos cansado de siempre escuchar:

estás castigado,

 aunque a veces no tengamos más remedio que hacerlo,

porque así nos lo suplicáis"

"Padres haced el favor, de exigir a vuestros hijos,

que hagan alguna que otra vez un esfuerzo por hacerlo bien

y recompensádlo porque no todo está en la reprimenda,

o en el ver todo lo negro y lo mal que lo hacemos".


 

Por experiencia puedo decir a unos y a otros,

que en casa hemos ganado todos 

cuando nos sabemos decir: gracias perdona y 

qué bien que lo has hecho papá

en vez de echarnos en cara todas nuestras frustraciones.

 

No tengo más que dar las gracias a aquellos que han abierto su corazón,

es un buen comienzo,

y aunque nos haya costado una infinidad,

la satisfacción, sí ha merecido la pena.

Y si todavía nos quedan ganas de escribir,

o decir, o dar abrazos y besos, a aquellos que bien nos quieren,

pues nada, tenemos todo un puente para hacerlo

y toda una vida para no olvidarlo.

 

Larga y dichosa vida,

atada a todos y cada uno de los que me leéis y me escucháis.



Porque todos aquellos que pasaron por aquí antes que nosotros,

nos han mostrado el camino para ser felices.


Besos y abrazos, como si no hubiera un mañana.

@julianreligión



No hay comentarios: