viernes, 19 de julio de 2019

La Música y LaS FieRaS.

La semana pasada estuve muy nerviosa sin saber muy bien el motivo.
En un principio, creía que era porque estaba pendiente del resultado de las pruebas para ver cómo evoluciona el tumor con el tratamiento, pero en el fondo sabía que no era eso.
En este aspecto sigo pensando que todo va bien y de hecho, he recibido buenas noticias: hemos conquistado ya medio reino.
Mi malestar venía por otro lado, pero no era capaz de identificarlo.
Hasta que caí en la cuenta de que lo que en realidad me ocurría es que he aceptado el cáncer, pero no los cambios que produce la quimioterapia en mi cuerpo. Sufro fuertes dolores de cabeza que aún no he conseguido controlar a pesar de que cada vez tengo una medicación más fuerte. El fármaco nuevo me produce pesadillas, por lo que muchas noches no descanso y durante el día estoy tan cansada, que parezco "un alma en pena".
Con esta quimio el cabello y las uñas siguen en su lugar aunque hay días que me duelen. Pero las yemas de los dedos de las manos, se han alisado y arrugado en diferentes zonas. Como resultado, mis huellas dactilares se han deformado.
Por otro lado, mi cuerpo se ha ido hinchando cada vez más, lo que me hace sentirme incómoda por un lado y deforme por otro. Me cuesta horrores ponerme el bañador del año pasado y no puedo ponerme las sandalias que compré a principios de verano, porque van abrochadas al tobillo y como están tan hinchandos no me alcanzan.
En fin, parece que he de seguir aceptando cosas además de superar algunos complejos.
El viernes por la noche mientras cenábamos en un chiringuito había música en directo y creo que era lo que necesitaba.
Un intérprete con su guitarra acústica y con una voz suave pero firme, fue interpretado clásico del pop en inglés. Era un chico joven, pero un maestro de tantos como hay por ahí anónimos. Con su guitarra y su sonrisa nos encandiló a todos. Después de un descanso comenzó con la guitarra española a tocar clásicos.
Escuchando el Concierto de Aranjuez me fui tranquilizando y la melodía me ayudó a reflexionar. Disfruté de la música y de la compañía de mi familia mientras observaba las olas incansables, chocarse una y otra vez contra la orilla.
Volví a caer en la cuenta de que cuando nos convertimos en un mar embravecido e incesante, es mejor parar y cambiar de perspectiva, para poder identificar cual es nuestro problema y así poder encontrar una solución.
Dicen que la música amansa a las fieras y yo tan sólo soy una fiera más.
                                     Paula CRuZ Gutiérrez.

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