lunes, 6 de mayo de 2019

La Orquídea.




Hace dos meses mi amigo falleció a causa de un tumor cerebral, hecho que me constriño y afectó profundamente. Durante veinticinco años había tenido una floristería preciosa, que tuvo que traspasar el año pasado, a causa de su enfermedad.

El me conocía bien y sabía que una de mis flores preferidas es la orquídea, por eso cuando nos casamos por lo civil Julián y yo, se presentó en casa con una caja llena de unas espectaculares orquídeas que había encargado ex profeso para la ocasión. Con ellas nos decoró toda la casa.

Dos años antes, en unas vacaciones en Portugal, mientras paseábamos por las calles de Ovidos, una mariposa enorme y preciosa se posó en su mano, parecía encontrarse tan a gusto allí, que permaneció tanto tiempo como para permitirme sacar la cámara de fotos y fotografiarlos a los dos tranquilamente. Hoy esa fotografía continúa colgada en nuestro salón.

Nunca le hablé de que habíamos pensado volver a casarnos y de la fiesta que estábamos organizando, ni siquiera de mi deseo de que él fuera mi padrino, porque ya no se encontraba bien. Falleció sin saber que me casaba de nuevo.

Un día antes de la boda, una amiga de mi madre me trajo como regalo una orquídea con dos ramas enormes de flores blancas. Venía acompañada por una mariposa amarilla.


Hasta aquí todo podría parecer normal. Recogí la orquídea de casa de mi madre y la llevé a la nuestra, allí la dejé sobre la mesa del corredor frente al gran ventanal. No fue hasta un rato después, cuando volví a pasar por delante de ella, cuando vi el nombre de la floristería que figuraba en la etiqueta. Enmudecí, me llevé la mano a la boca y comencé a llorar desconsoladamente. Había descubierto quién me la enviaba en realidad. Es fácil que haya cientos de floristerías en Madrid, pero aquella orquídea con su mariposa habían sido compradas en la floristería de mi amigo.


Entonces comprendí que Isi había utilizado a Conchita como emisaria para hacerme llegar su mensaje. Este no era otro que tranquilizarme y decirme que estaba a mi lado y que siempre lo estaría, aunque físicamente no pudiera estar junto a mí.

Ahora que ha vuelto el cáncer y que mañana comienzo con la quimio de nuevo, su presencia me consuela y me da la fuerza  necesaria para continuar.

No importa que ya no pueda ver su rostro ni escuchar su voz, porque en mi corazón sigo sintiendo todo su amor.



                                                                      Paula CRuz Gutiérrez. 


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