domingo, 20 de agosto de 2017

¿eMPaTiZaMoS?.


Para que la cosa situación sea llevadera, detrás de un gran enfermo siempre ha de haber un gran cuidador. Y al igual que el cuidador intenta en todo momento ponerse en la piel del enfermo para saber cómo se siente o qué necesita éste, creo que el enfermo a menudo ensimismado en sus propios pensamientos no empatiza lo suficiente con la persona que tiene al lado y que le atiende día y noche.

Por mucho que lo intente, para el cuidador debe ser increíblemente difícil por no decir imposible, ponerse en el lugar del enfermo. Aunque pase las veinticuatro horas del día a su lado y conozca cada uno de sus síntomas y dolores. 

Desafortunadamente, estamos acostumbrados a prestar la mayor parte de nuestro tiempo e interés en saber cómo se encuentra el enfermo y raramente nos preguntamos cual es el estado del cuidador. Esa persona que vive en la sombra la enfermedad de su compañero o compañera y que además de atenderla, tiene que superar sus miedos y problemas. Siempre atento, siempre intentando transmitir tranquilidad para que el enfermo no se preocupe, aunque en el fondo esté realmente muerto de miedo.

El cuidador es también el que debe lidiar con las visitas y con las preguntas inoportunas que ciertas personas realizan. 

Hay cuidadores que tienen suerte de tener personas a su lado que se preocupan por su bienestar, pero también los hay que se encuentran a solas con el enfermo, cargando sobre sus hombros todo el peso de la enfermedad. En éstos casos, es importante que el cuidador no base todo su día a día únicamente en el cuidado del enfermo, sino que ha de buscarse otro tipo de actividades que le hagan distraerse.
Porque si no es así, al final, terminan cayendo enfermos ellos también. Máxime, cuando la enfermedad es grave y el tiempo de convalecencia se alarga en el tiempo. 

Si al final el enfermo se recupera, habrá sido una batalla ganada a medias. Pero si por el contrario el enfermo fallece, la sensación que le quedará al cuidador será la de no haber podido hacer lo suficiente para cambiar el final de la historia. Es muy fácil entonces que los remordimientos se apoderen de él, aunque no tenga motivos para ello.

El camino del cáncer es un camino difícil y nadie debería recorrerlo solo. Es necesario tener una persona de apoyo y referencia para los momentos malos. Y si el enfermo y el cuidador consiguen unirse, la unión será un tandem perfecto. Que ayudará a ambos por igual.


                                                                        Paula Cruz Gutiérrez.

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